Autoridad proviene de latín "auctóritas" que significa servir. Pareciera, sin embargo, a juzgar por la actitud de la mayoría de los que ocupan cargos gerenciales, sean estos en empresas públicas o privadas, universidades y reparticiones del Estado, lo ignoran.
Al acceder a un cargo, padecen repentinamente del "síndrome de ciudadano clase "A". Adoptan posturas aristocráticas, no admiten conversar en el pasillo, solicitan que cualquier entrevista sea canalizada vía secretaría, hacen reservar estacionamiento para sus vehículos y el funcionario subalterno ha de cargar con sus pertenencias, cual amo al estilo feudal. Así vemos comportarse a muchos de los nuevos "tribunos de la plebe"
Antes de ocupar un lugar en el "podio" podíamos hablar con ellos en cualquier lugar, intercambiábamos nuestros números telefónicos y podíamos gastarnos algunas bromas.
Hoy, el cargo, ejerce en el "encargado" una acelerada metamorfosis. Sólo si las circunstancias obligan, te dan su nuevo número de teléfono, pero no te atiende. Y nada digamos si los cargos son políticos.
Dicho de otra manera, el antes "compañero", una vez accedido a la nueva función, aunque con el disfraz de amigable seductor, pronto será un amedrentador de sus débiles subalternos, será temido y sobornará a los ambiciosos, quienes siempre están al acecho.
Entonces será jefe en vez de líder. No se descarta que eventualmente el jefe, además, pueda ser líder. Es lo deseable, pero No es la regla, lamentablemente.
La diferencia entre el jefe y el líder es perfectamente clara. El líder, esto es, la verdadera autoridad, estudia y planea el éxito de la empresa y el bien común de sus comandados, para ello se alía con los mejores, los más hábiles y más cuerdos de su equipo, dándoles aliento y confianza.
El jefe-cacique, también busca el éxito, pero para él y sus secuaces apocados y obedientes, con conciencias paralizadas por la ambición y el deseo de lucro personal.
Su estrategia se basa en la esperanza de lograr lo máximo posible mientras ocupa el cargo. Generalmente su primer objetivo es el engrandecimiento del mismo y de su familia y si es posible, de sus más fieles compinches. Cualquier semejanza con el mundo real es pura coincidencia.
Naturalmente, en este escenario, el empleado con recta conducta y honestidad pronto verá amenazado su puesto. La experiencia nos confirma que, o los buenos se hacen malos, por razones varias; o pierden el trabajo por no "adecuarse" a las normas del nuevo "pretor"
Para los que ostentan la responsabilidad de ocupar un cargo, autoridad o ministerio, que significa servicio a los demás, me permito la osadía de recordarles que todos "nacemos desnudos, hambrientos, necesitados de comida, bebida y ropa, sin oro ni plata. Desnudos vemos la luz del sol por primera vez.
Desnudos recibe el cementerio a parias y ricos, y nadie puede encerrar en el sepulcro todas sus pertenencias. Una ínfima porción de tierra de 2 x 1metros, es suficiente a la hora de la muerte, lo mismo para el pobre que para el rico, y la tierra que no fue suficiente para calmar la ambición del rico, lo cubrirá total e irremediablemente, al decir de Carlos Díaz.
Hago votos para que los que ocupan cargos, lo entiendan como desarrollo y promoción de servicio. Pulvericen el viejo vicio del cacicazgo y que se rediman de la consabida mala praxis del "Aprovechemos lo máximo mientras estamos en el cargo"
Autoridad, ya nos enseñó el divino Maestro, es sinónimo de servicio para portar, soportar y comportar, nunca deportar a nadie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario