¿Comprendemos su real significado?
EL 8 de noviembre de 1793 Madame Roland, fue guillotinada y, antes de colocar su cabeza
en el cepo, se inclinó ante la estatua de arcilla de la Libertad situada en la
Plaza de la Revolución y pronunció: "¡Oh, Libertad!, ¡cuántos crímenes se
cometen en tu nombre!"
Es que, en nombre y bajo amparo del noble término “libertad”, se siguen cometiendo con habitualidad incontestable, todo tipo de errores hasta el punto que tales actos son – precisamente por su habitualidad – una manera de “cloroformizar conciencias”.
En nombre de la libertad se atenta, una y otra vez, contra las reglas de tránsito en perjuicio de la integridad propia y ajena; contra la decencia y el buen gusto, pues cualquiera hace cualquier cosa indeseable y de mal gusto en cualquier lugar; se atropellan derechos de terceros; se cierran calles y puentes por cualquier motivo, es decir, se cometen todo tipo de tilinguerías y delitos. ¿Cuánta injusticia cometen nuestras autoridades – administrativas, ejecutivas, políticas, policiales, judiciales - en nombre de la libertad?
Estimado lector, pregúntese también: ¿Cuántos individuos que se dicen “libres” son en realidad esclavos de las opresoras estructuras político-partidarias? ¿Cuántos somos rehenes del infame grillete “económico-social” que nos dictan sus diabólicas leyes de: cómo vestirnos, qué comer, qué beber, cómo hablar, qué comprar?
En mal uso de la libertad, patoteros e inadaptados destrozan plazas, lumínicas, arrojan botellas a las calles, molestan con polución sonora y demás descarríos que usted conoce, es decir, con bestialidad enfermiza se ensañan contra el bien común.
El libertinaje brutal de unos "monos" con pantalones (pidiendo perdón a los karajás) que pueblan nuestra fauna paranaense, no puede sostenerse en el sufrimiento de muchas personas decentes. Alguien ya lo dijo: “Nadie es verdaderamente libre, si es irresponsable”
Aquí cabe una inquietante pregunta: ¿De qué tipo de familia proviene esta juventud vandálica? ¿Qué porcentaje de responsabilidad tienen los padres en la reprochable conducta juvenil?
Aquí cabe una inquietante pregunta: ¿De qué tipo de familia proviene esta juventud vandálica? ¿Qué porcentaje de responsabilidad tienen los padres en la reprochable conducta juvenil?
Bueno es recordar que: “La verdadera libertad consiste en hacer lo que se debe y no, lo que se quiere” Libertad consiste en desatarse de todas las dependencias que impiden realizarse en plenitud y en asumir las obligaciones y derechos con responsabilidad.
Quizá sea oportuna la ocasión para que muchos padres practiquemos una auditoría interior de nuestros valores y entender que la educación de los hijos no consiste simplemente en mandarlos a la escuela, darles comida y cuidar de su salud física. Más importante es fortalecer su salud moral para obtener ejemplar conducta. El recto comportamiento de nuestros hijos en la sociedad, será alivio y orgullo para los padres; lo contrario, desgracia.
Hoy, muchos adultos somos culpables de contemplar una gran porción juvenil con trastornos de personalidad. Y mucho de ello se debe a una errónea concepción de lo que llamamos libertad. Ya decíamos que la libertad sin responsabilidad es libertinaje y caos.
Así las cosas, para salvaguardar nuestra hermosa y gallarda juventud, es necesario saber que la educación comienza en casa. La escuela – dijo un amigo- dotará sólo de 15% de conocimiento; el 40%, se hará “camino al andar” y, el 45% restante, se adquiere en casa. De modo que, señores padres, con libertad responsable, y al estilo paraguayoité, propongo: asumamos nuestra responsabilidad y no seamos solamente “chorros de espermatozoides” y “vientres de reproducción”.
Sin temer la impopularidad que estas afirmaciones puedan provocarme, levanto gritos de protesta y propuesta, pues me amparo en una conciencia recta, porque sueño con un país mejor, con compatriotas de mente cultivada, pero sobre todo, educados.
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