jueves, 9 de septiembre de 2010

CRISTIANO Y CUALQUIER COSA... ¿ES LO MISMO?



Reflexión

No hay pizca de dudas que vivimos terrible crisis de identidad, pues al parecer, da igual al hombre posmoderno pertenecer a un signo político, estar afiliado a un club o simplemente desarrollar actividades de "respetable" camandulero profesional.
En medio de este "tsunami" emocional, sin embargo, el individuo funge de cristiano. De vez en cuando asiste al culto dominical, invitado para participar -naturalmente sin entender un pito- de la celebración del sacramento de algún bautismo, cuelga del espejo retrovisor de su vehículo un rosario, atropella la Secretaría parroquial, etc.
Así las cosas, este tipo de cristiano -casado y padre de familia- con motivo de la Semana Santa, está preparando con mucha antelación y con inusitado entusiasmo disfrutar de su preferido deporte: la pesca con los amigos "o con ¿amigas?", pertrechado con todo lo necesario, más copiosa bebida espirituosa para celebrar tal actividad; de miércoles a domingo de Resurrección.
Naturalmente, la esposa y los hijos no tienen parte en esta "heroica" tarea. El papá narcisista reforzará su individualismo al ignorar a su familia en un momento donde debiera ser el ejemplo providente de su fe cristiana.
Narcotizará, quizá, su conciencia dejando dinero para la subsistencia familiar mientras dure su tarea "pesquera ¿cómplice de adulterio?".
Si los padres no acompañamos a nuestros hijos desde los primeros años de su crecimiento espiritual, ¿cómo podemos pretender una mejor sociedad?
Una de las causas de este malestar, aburrimiento, vacío y carencia existencial es, precisamente, porque Dios no ocupa el primer lugar en la vida del hombre. El Mandamiento "Amar a Dios sobre todas las cosas", es sólo un complicado e incomprensible concepto.
Jesucristo no es una teoría ni un racimo de bonitas reglas que se encuentran en la Biblia. El cristianismo es un estilo de vida, un modo de ser.
Esta forma de vida comienza por conocerlo, mantener una estrecha relación con él, primero, con la familia después, para luego desplegarla a los demás ámbitos de la sociedad en donde nos toque interactuar.
No digo que esté mal ir de pesca, jugar al fútbol, gritar la preferencia de su signo político o desarrollar otro tipo de "esparcimiento", sino la escala de prioridades que muchas veces nos rige, es el motivo de esta reflexión.
Cada quien tiene "no el derecho" sino la libertad de hacer con su vida y familia lo que le venga en gana. Pero no es menos cierto que el cristiano "no quien dice serlo" debe llevar en cuenta que "si Dios no pasa por la aduana de su vida, no tendrá visa para ingresar en su territorio humano"
Quizá el viaje solitario que deseamos hacer, podamos posponerlo para otra ocasión, y así, con toda la familia, aprovechar este magnífico momento de cuaresma para realizar un buceo por nuestro interior, limpiarlo, iluminarlo y esperar que la gloriosa Pascua tenga un sentido en nuestras vidas.

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