viernes, 20 de marzo de 2015

PARA MEDITAR

EN   CUARESMA

El siguiente comentario recibido hoy en mi correo, inspira a reflexionar en este tiempo de Cuaresma, momento de meditación y auditoría moral de mis acciones, a los efectos de celebrar con sincero gozo la próxima Pascua. Dice así:

En una celda paquistaní. Por haber dado testimonio de su fe en Cristo, en Paquistán, una mujer creyente fue encarcelada durante algunos meses en la misma celda donde se hallaban mujeres que habían cometido faltas contra el derecho común. Felizmente para ella le dejaron su Biblia.

Un día una de sus compañeras de celda le preguntó: ¿Qué lees con tanto interés?. La Biblia, respondió ella. Este libro es un espejo en el cual vemos lo que somos a los ojos de Dios, el Juez de todos los humanos…. Entonces, lo que se ve no ha de ser especialmente hermoso, comentó otra mujer con una sonrisa amarga.

Tienes razón, repuso la creyente; este espejo nos muestra lo que Dios llama pecado en nuestra vida, y él debe castigarnos por lo que hemos hecho, dicho y pensado. Pero este mismo libro, la Biblia, nos invita a acudir al Salvador de los pecadores. Jesucristo dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”.

Por cierto, fue el pecado el que nos trajo a este lugar, reconoció la primera señora, y nadie puede deshacer lo que hemos hecho. Así la creyente tuvo la oportunidad de hablar del perdón de Dios.

Como algunas de sus compañeras de celda querían oír más al respecto, empezó a leer la Biblia cada mañana con ellas. Poco tiempo después se notó un cambio de actitud entre las prisioneras. Algunas reconocieron su culpa, la cual habían negado hasta entonces ante las autoridades. En lugar de amargura se mostró en ellas paz y contentamiento”. Así culmina este breve pero sabroso relato.

Me surge esta pregunta: ¿Es necesario estar físicamente en prisión para interesarnos por lo esencial, en la misma proporción que nos interesa lo innecesario? Sabido es que podríamos “estar” libres físicamente, es decir, puedo levantarme, andar, ir, venir o quedarme, pero…..¿“soy  realmente libre… aunque esté libre?.

Ser libre significa, además de “estar” libre, que mi conciencia no me reprocha malas acciones: robos – legales o no -, calumnias, adulterio, coimas, hipocresía, etc, etc. Con otras palabras: si estoy injustamente preso en una celda, soy  totalmente libre, porque mi conciencia no me reprocha ninguna actitud criminal. ¿Quién pueda entender…que lo entienda…

La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón (Hebreos 4:12)  

¡Quien no tiene Cuaresma, no tendrá Pascua!, decía el querido P. Guillermo Boumans SVD, de feliz memoria.

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