¿TERESA DE CALCUTA…. IGUAL A HITLER?
Admito que - a priori y en general - el título del comentario provoca un instintivo rechazo, pues nuestro “foco” mental no admite la igualdad entre uno y otro personaje aludidos precedentemente.
Sin embargo, haciendo un
esfuerzo decimos que la dignidad
ontológica de la persona humana es su valor intrínseco y absoluto.
“Intrínseco” significa que la persona humana, tiene desde su concepción, este
valor por el hecho de ser persona, es decir, en su propio ser (es lo que quiere decir ontológica) y no por cualquier otro aspecto:
raza, partido político, religión, edad, nacionalidad, por tener abultada cuenta
bancaria o no, etc, etc.
Absoluta significa que la dignidad ontológica (del ser, del ente) es inconmensurable, es decir, grandioso, difícil o imposible de medir o valorar. No se puede cuantificar con unidades de medida. Sería ridículo decir que tales personas valen más que otras, porque tienen tantas unidades más de dignidad que estas otras. La dignidad ontológica nunca se pierde, es infinita. (Fuente: Vida Humana Internacional).
Luego, la dignidad de la persona es de dos tipos: Ontológica y Moral. Nos enseña la Ética que la dignidad moral deriva de la ontológica. Esto es así debido a que si poseemos dignidad moral es porque primero tenemos dignidad ontológica, es decir, la que corresponde a nuestra naturaleza de ser personas.
La dignidad ontológica es la que tenemos
por el sólo hecho de ser, de existir. Somos y existimos como personas y una vez
que así existimos. La dignidad del hombre nace de ser creado por Dios a
su imagen y semejanza, de haber sido reconciliado por Cristo y de estar
llamado, mediante la gracia, a alcanzar su plenitud en la bienaventuranza del
cielo, y esta dignidad jamás la perderemos.
La dignidad moral es la que tenemos de acuerdo a lo que hacemos, a nuestra conducta. Según sean nuestros actos, buenos o malos, moralmente hablando, nuestra dignidad moral aumentará o disminuirá. Esta es la gran diferencia entre quien actúa bien o mal.
Por muy corrompida y deformada que esté
nuestra conciencia, siempre podemos tener la alternativa de hacer un acto digno
de nuestra condición de personas y así aumentar nuestra dignidad moral.
Con frecuencia suelo percibir que el
auditorio, ya sea en clase o en la parroquia, se “espanta”
cuando digo que la dignidad del ser es igual en la madre Teresa de
Calcuta que en Adolf Hitler”. Quizá mi carencia intelectual y ausencia de
cualidades lingüísticas no permitan la cabal comprensión de la audiencia, por
lo que en adelante, intentaré mejorar mi gestión.
Requisito primordial
para comprender temas tan subidos como lo abordado hoy, es conocer
profundamente: Qué significa ser “persona y cuáles son sus
elementos constitutivos.
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