¡VALE LA PENA
MEDITAR!
Especialistas en Desarrollo Personal y
en grupos de terapia, suelen recomendar – entre otras - algo así como: “El significado
de tu vida es algo que creas día tras día con tus propias acciones y pensamientos.
La forma de vivir plenamente depende de ti (…)
La vida es un viaje, no un destino.
Vivir plenamente es un proceso que te tocará toda la vida desarrollar. Aprende a
aceptarte. Con mucha frecuencia, pasamos mucho tiempo mirando lo que no nos
gusta de nosotros mismos. Ello significa que no hay tiempo para mirar al prójimo ni para centrarte en el futuro (…)
Perdónate a ti y a los demás, porque es bueno para el cuerpo
y para el alma. El perdón ayuda a sentirte pleno, aunque la otra persona no
reconozca haberte ofendido” (…)
Por considerarlo útil, me permito trascribir parte de una historia que
cuenta el Dr. Lair Ribeiro en “Generar Beneficios” p. 219 y que bien puede ser
nuestra propia historia; dice así:
<<Érase una vez, un ejecutivo importante que, después de mucho trabajo
y dedicación, consideraba que había alcanzado sus principales objetivos. En la
empresa todo marchaba muy bien, a pesar de la crisis vigente en su país. En su
casa todo parecía estar dentro de los patrones deseados: los hijos en la
escuela, cada uno ocupado en sus propios quehaceres, o su esposa cuidando de
sus propios intereses y de la estabilidad del hogar.
Un sábado por la tarde, al salir de su despacho después de varias
horas de trabajo que había acumulado durante la semana, se dirige a su automóvil
decidido a relajarse un poco, va hasta una de las carreteras de las afueras de
la ciudad. A gran velocidad, escuchando su música favorita y dejando vagar sus
pensamientos, por un segundo deja de prestar atención y cuando se da cuenta,
está a pocos metros de un camión detenido en medio de la calzada. Bum!!!!!!.
Se despierta en un lugar totalmente extraño y, aún sin entender lo que
sucede, ve a un individuo vestido de blanco que lo mira a los ojos. El hombre
se presenta como el neurocirujano responsable del departamento de traumatismo
craneal del hospital al que lo llevaron después del accidente, y va directo al
grano:
“Usted
sufre lesiones profundas en su sistema nervioso, y su cuadro clínico va camino
de un estado comatoso en que se quedará inconsciente, sin posibilidad de
recuperación.
No obstante, los próximos 60 minutos,
estará lúcido y no sentirá ningún dolor. Serán los últimos 60 minutos
conscientes de su vida. Aquí tiene
un teléfono móvil
que podrá usar
para hacer una
única llamada”.
Lector, póngase por un momento en la situación del ejecutivo. Los últimos
60 minutos conscientes de su vida. ¡Su última llamada telefónica! ¿A quién llamaría…Qué diría?¿Qué tiene que decir y a quién?.
No es necesario estar en una situación tan dramática como la del
ejecutivo de la historia anterior para aprovechar todas las oportunidades de
expresar aquello que siempre guardamos dentro de nuestro corazón. ¡De
qué nos vale vivir si no estamos conectados con nuestros valores humanos!.
Evitemos el mal, hagamos el bien y vivamos
plenamente”.>> Así termina la corta historia.
Pero…. ¿Quién nos garantiza que tendremos la oportunidad de poder
llamar a alguien?. Resuena con incómoda insistencia la advertencia evangélica: Permanezcan
despiertos porque nadie sabe ni el día ni la hora del final” (Mt. 24, 36).
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