Así dijo Tomás de Aquino,
a unos jóvenes alumnos, quienes pidieron una respuesta. Y agregó: “Parece que
el vino altera al hombre”, incluso, hasta hacerle perder el sentido”.
El rey es capaz de empujar al hombre hacia cosas dificilísimas, hasta el punto de lograr de exponerse al peligro de muerte. La mujer, por su parte, ¡domina al mismísimo rey! Del libro “Libertad en el Pensamiento” (Antonio Orozco p.14).
Al parecer, la fuerza de la verdad, como la del vino y la del rey, palidecen ante el titánico poder de la mujer. Luego, verdad, vino, rey y mujer son elementos capaces de variar el corazón del hombre. El vino, destraba la lengua y hace hablar “hasta por los codos”.
Entre las cosas que mutan la tendencia de los sentidos, el deleite es la más irresistible y, en este campo, la mujer es más poderosa, habida cuenta que es capaz de someter al rey. Pero, la razón grita que: “la verdad es lo más digno, lo más excelente y lo más fuerte”.
Tal argumento es muy saludable en nuestros tiempos, en los que andamos tan necesitados de buen gusto, decencia, honestidad y en permanente ayuno de sabiduría. El hombre es carne espiritual y espíritu encarnado y forma un todo por la razón que es lo más alto que hay en él. El ser humano debe vivir en la verdad. Su fin es la verdad.
Hoy la verdad está aplastada por el deseo de poseer que arrasa y devora al humano, como un terrible tsunami. Ya no sabe quién es y para qué está en el mundo. Entonces, vive desencantado y sin sentido.
Por eso se zambulle en vicios -entre ellos el alcohol- muriendo y matando en sus diversos modos: Asesinatos, accidentes, imprudencia, violencia en la casa, en la calle, en la escuela, en el estadio, etc.
Hoy no es fácil hablar con la verdad, la conducta maltrecha de muchos, los paraliza. La carencia de veracidad es una grave dolencia que tiende a convertir al hombre en bestias, porque anula el ejercicio del entendimiento, creado, precisamente, en vista de la verdad.
Nuestra realidad actual está pintada con un salvajismo incontenible. No se recuerda haber vivido tanta violencia como en estos tiempos. La prensa escrita, oral y televisiva nos bombardean e inundan nuestras vidas con trágicas noticias.
Que Tomas de
Aquino visite nuestras instituciones públicas y privadas, como a las familias, y
nos invite a ingresar a esa compleja empresa llamada nuestro “Yo”. Ya lo dijo el Maestro: “La
verdad os hará libres” ¡Ta upéicha!
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