Decía
aquel Profesor: Todos anhelamos ser felices. Pero, ¿cuántos realmente logran tal
anhelo? Cada uno tenemos nuestra propia visión de un ideal feliz…y corremos
tras tal deseo. El primer paso es conquistar beneficios materiales necesarios
como alimentos, vestidos, techo. El factor trabajo es imprescindible para lograr
tal objetivo.
Además, no pocas personas están dispuestas a comprometer su integridad por escalar un peldaño en la escala social, debido al hambre de gloria que los lleva a obsesionarse con el trabajo, incluso, hasta la delincuencia para estar a tono de los dictados de la “profecía social”.
Luego, el necio compite en la “loca carrera del que tiene más…y en el menor tiempo posible, sin interesar los medios” para posicionarse en el estatus que desea. Se afana en poseer casa principesca, vehículos, abultada cuenta bancaria, trapos caros y ser admirado por lo que tiene…no precisamente por su estatura moral.
Entonces, se autoafirma en sus cosas, dependiendo de sus posesiones para sentirse más que alguien, ignorando que en realidad, es poseído por sus cosas. Y a pesar de todo…se siente satisfecho. (No feliz).
Si construye la felicidad solo en las cosas materiales (dinero, confort, estatus, vanidad…) transitar un terreno muy resbaladizo. No se niega que las cosas necesarias satisfacen los deseos, pero tal satisfacción, normalmente es de corta duración y lleno de trampas.
No somos felices dándonos todos los gustos, en satisfacer los sentidos: sexo, alcohol, droga, poder…etc. ¿Qué queda luego de obtener todo lo señalado? Solo vacío y frustración y nada más. Tampoco somos felices dando rienda suelta a nuestra libertad sin frenos ni barreras, pues no debo hacer todo lo que quiero, sino lo que debo.
Tampoco somos felices siendo irresponsables y patoteros, exigiendo solo derechos y nada de obligaciones. Y finalmente, nadie es feliz si vive de espaldas a Dios. Pues ¿De qué vale al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma? (Mateo 16:26)
Felicidad es un estado en que la persona goza de la satisfacción completa de todas las necesidades. Esto no consiste en poseer una multitud de bienes materiales, sino en un acto que une con el Bien Supremo y tiene así un valor de consumación y acabamiento. Sinónimo de Bienaventuranza o Beatitud es suprema felicidad.
Los arrogantes tienen un solo propósito, piensan que son superiores a los demás o inferiores a ellos. La arrogancia puede ser una manera de cubrir sentimientos de inferioridad que se experimenta cuando trata con otra persona, situándose él, por encima de otros. Por eso el arrogante es un ser tóxico… y estará satisfecho, pero nunca… feliz.
Se
dijo: Sé impecable en tus palabras, no te tomes nada personal, nunca hagas
suposiciones, siempre da lo mejor de ti y sé feliz haciendo el bien. El modo
más seguro de ser felices en esta vida es estar en paz y servir al Señor todos
los días. ¡Ta upéicha!
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