Semejanzas y Diferencias
Sabemos que después de los doce años el ser humano está en condiciones de poder desarrollar toda clase de conductas y razonamientos formales, abstractos, lógicos. (Piaget)
“El intelecto está presto, pero el corazón es débil” afirma C. Díaz. Dicho de otro modo: Mientras que el intelecto se encuentra habilitado para resolver de manera progresiva, gradual y metódica los problemas que el deber plantea, la voluntad se mueve en medio de turbulencias y explosiones afectivas. Entonces el “yo quiero” aplasta al “yo debo” y en cuestión de segundo el hombre actúa contradictoriamente. Algunos ejemplos:
Diferencias: El joven tiene prisa y apuesta por lo inmediato, lo que no exige esfuerzo. Quiere la libertad ya, aquí y ahora, absoluta y de golpe. El adulto, en virtud de su experiencia, sabe que hace falta paciencia; que no todo se puede ver, tener y hacer.
El joven es creativo, imaginativo, revolucionario y lleno de vigor. Piensa y cree que el mundo está a sus pies. El adulto, en cambio, ya golpeado por los achaques del tiempo, sabores y sinsabores, logros y decepciones, se conforma plácidamente.
La juventud se aferra a cantantes, modelos, ídolos futboleros, reguetón, cigarrillo y alcohol. No pocas señoras de apariencia respetable, tienen por lectura primordial y casi única, la llamada “prensa del corazón”, plagada de adulterios, divorcios, orgías perrunas, tonelada de cosméticos, superficialidad y cama.
Coincidencias: Juventud y adultez comparten morada para absorber toda la basura posible contenida en programas televisivos de pornocultura, en detrimento de la familia.
Adultas setentonas decoran sus arrugadas caras con juveniles cosméticos y hasta visten según el último grito de la moda (que ya nada beneficia a su enclenque anatomía). Varones fósiles amorfos se tunean: esto es, se tatúan, se cuelgan argollas en las orejas entre otras extravagancias. Salen de lo normal para zambullirse en lo ridículo. Igual que el joven.
Por limitación de espacio, doy la palabra a Amando de Miguel quien dice: El narciso vive bien en la relativa opulencia y en la relativa irresponsabilidad...El narciso es brillante, hedonista y fantasioso; anhela la continua autosatisfacción; impone su propia visión del mundo; es manipulador y promiscuo en sus relaciones interpersonales; busca llenar con continuas experiencias su vacío interior; se le hace difícil amar pero anhela ser amado; su sistema de valores es oscilante; siempre depende de la aprobación de los demás; manipula a los demás sin establecer lazos efectivos sólidos; tiene el don del exhibicionismo en su vestir y sus modales; carece del sentido de culpa. El narciso joven igual al narciso adulto.
Naturalmente, hablamos de la generalidad; no de las consabidas excepciones que la regla confirma.
Pido una vez más, indulgencia al lector y al oyente, por la manera de expresar mis opiniones, debido la rudimentaria capacidad intelectual que poseo. No es mi intención aludir ni vituperar a nadie, sólo expongo una realidad irrebatible. Eso creo.
ESTE ARTICULO ME PARECIÓ CORRECTO por que los jóvenes no sabemos aprovechar el tiempo que tenemos ya para estudiar y cuando somos adultos queremos conseguir todo a mi parecer tendríamos que aprovechar mas también diversión sana y a la vez concentrarnos ya en nuestros objetivos gracias 1 año de contabilidad U.T.C.D
ResponderEliminarComparto con el Sr. Cataldi este artículo.
ResponderEliminarEl mundo en que vivimos ha generado cambios en el actuar del joven y el adulto en los diversos ámbitos sociales.
Los jóvenes van quemando sus etapas rápidamente, y en su gran mayoría, viven confundidos. Les faltan modelos a seguir. Hoy los modelos que están vigentes son los que ofrece la TV, como por ejemplo las conductoras, las modelos, los artistas, las actrices, los cantantes, etc.
Al joven no le agrada tener responsabilidades, ni en la casa, ni en la escuela, pero sí las tiene, las debe cumplir obligadamente.
Los adultos cometen el error de querer ser o parecerse a personas de edad más joven, uno debe aceptarse tal como uno es. Cada adulto debería tratarse en su tiempo, su medida y su contexto.
Seria bueno motivar a los jóvenes y adultos a reunirse en grupos para reflexionar sobre su realidad en el mundo de hoy, compartir vivencias y enriquecer su espíritu meditando la palabra de Dios.