jueves, 27 de septiembre de 2012

SOCIEDAD DE CONSUMO

Y sus “consecuencias”….

El “hoy” está con elevada fiebre de “consumismo”. Pulveriza toda lógica, nos guiña con la publicidad - que es su “capanga” – y luego de espiarnos, hurga hasta el fondo de nuestro “yo”, para satisfacer los más ardientes como urgentes deseos.

Algunos dicen que el consumismo es el modo como el sistema compra la lealtad de los ciudadanos, porque incide sobre los sentidos, la mente y el corazón del homo sapiens.

El consumismo echa por tierra, el ahorro, la austeridad, el sentido común. Dice R. Texier: “El pobre aspira a ser rico, y el rico quiere siempre más y más. Nadie está satisfecho. Nadie dice: “Ya está bien”. Sea lo que sea, lo que el humano hace, lo que tiene, lo que es, siempre desea más. El hombre se parece a un caminante que nunca llega a su verdadera patria: la paz, la alegría, la felicidad”. Entonces busca querer tener, poseer, acaparar.

Todos sabemos lo que es desear. Queremos estar llenos de amor. Buscamos confort, una casa más grande, más bella, un auto más nuevo. El deseo es insaciable. Al parecer, la primera regla es: “Consumo, luego existo”. 

Ejemplo: Observe la conducta de los hijos de la sociedad, en supermercados, verdaderos “templos de consumo”, verá rostros desencajados y prisa por llegar primero al objetivo, es decir, al deseo ilimitado de la posesión y disfrute de lo deseado.

Mientras tanto, el “dios consumismo” con su fiel lacayo, la publicidad, dibujan una amplia sonrisa de satisfacción, porque ha impuesto su estilo de vida, la moda, etc., en sus súbditos, “bulímicos” por poseer cosas, cuando en realidad, son poseídas por sus cosas.

Para librarme de esta ceguera consumista, acudo a los consejos del libro del Eclesiastés, 1, 2-11 y leo: “¡Vanidad, pura vanidad! ¡Nada más que vanidad! ¿Qué provecho saca el hombre de todo esfuerzo que realiza bajo el sol?. Una generación se va y otra viene, y la tierra siempre permanece….

Todas las cosas están gastadas, más que lo que se puede expresar. ¿No se cansa el ojo de ver, el oído de escuchar? Lo que fue, eso mismo será….¡No hay nada nuevo bajo el sol!.. “¡Mira, esto sí que es algo nuevo!”. …en realidad, eso mismo ya existió muchísimo antes que nosotros..”

El ser humano es demasiado grande para llenarse con lo que la vida temporal pone a su alrededor. Hasta las cosas que más satisfacen, dejan en el fondo, una sensación de vacío, de incumplimiento.

Nada puede satisfacer realmente nuestro desbordado deseo: ni las promesas, ni los aplausos, ni el éxito, ni el dinero. Todo eso puede proporcionar alegría, pero de ello no se puede vivir. La felicidad, por supuesto, sólo será posible bajo el control de la razón. Sólo la razón podrá redimirnos de nuestro profundo ser contradictorio, pues, buscamos la paz y construimos armas. 

Defendemos la verdad y vivimos en la mentira. Anhelamos ser felices, pero hacemos todo para no serlo. Queremos ser amados, pero odiamos....en fin, Usted ya me entiende…y por lo tanto, decidirá cuál es la patología que padece el consumista consumido por el consumo que lo consume.

 

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