martes, 5 de septiembre de 2017

CONDUCTA IMBÉCIL…

                                                 ¿INMODIFICABLE?

El diccionario Larousse define vocablo conducta como, “manera de conducirse”, (comportamiento, actuación, proceder, estilo, modo de vida). Así las cosas, conducta es una capacidad mediante la cual pueden operar.

Entonces, conducta es conducirse, llevarse a alguna parte, (o a ¿ningún lugar?) a hacer o decir algo (aunque sea una estupidez). No obstante, la conducta “normal”, es provocada por un plan, necesidad, fin o deseo: voy a la oficina, al parque, al médico…

Mi simpático perrito (Campeón) actúa sin ningún plan, ni objetivo. Simplemente porque no tiene voluntad, libertad, ni inteligencia. Ningún animal tiene estas cualidades citadas. Para ellos, el comer y reproducirse lo hacen por instinto. No son conscientes de sus actos. No saben que saben ni el porqué o para qué de sus actos (aunque muchos crean lo contrario).

En cambio, el hombre sabe, sabe que sabe, piensa... ¿piensa?, al menos está dotado para pensar; es, si quiere, dueño de sus acciones...opta, y a eso se le llama espíritu. Por eso, según Nietzsche, el hombre puede hacer promesas, elige su propio destino, o puede, erróneamente creerse dueño y señor de la verdad (Protágoras)

Dadas todas estas magníficas cualidades en el hombre, Secundino Núñez hará la gigantesca pregunta: ¿dónde estamos hoy en el proceso de la historia? ¿En qué rubros de la vida ponemos mayor vehemencia nuestros afanes? ¿Cuáles son los valores que se han enseñoreado de la conciencia y actividad de nuestro pueblo? ¿Qué somos hoy?

Reiteremos la pregunta: ¿En qué ponen su interés los hombres que nos conducen? ¿Cuánto dinero y esfuerzo dedicamos para humanizar nuestra política y elevar el nivel de nuestro civismo? ¿Podemos decir, con objetividad que la investigación científica, la educción, las artes, el saber jurídico y moral han crecido y subido en calidad?
        
Estamos como anestesiados, sin fe y sin ganas en lo que atañe a valores morales como son la rectitud en los negocios, el derecho, la justicia, la fidelidad matrimonial y la familia. Sí, crece saludable la política folclórica, cuando no violenta y caprichosa, sin otras armas que el mbareté y el pokarẽ. (cfr. Secundino Núñez ABC, miércoles, 13 de mayo de 1981)

Recogimos esta noticia que encaja en nuestro artículo. Maurizio Ferraris, filósofo y catedrático de la Universidad de Turín, se expresó en estos términos este miércoles en una conferencia sobre el tema en el Arts Santa Mónica del Raval, festival de filosofía Barcelona Pensa. (Álvaro Monge.11.2016)

“Hay menos imbéciles que antes. El problema es que ahora, los que lo son, que toda son muchos, por no decir una mayoría (silenciosa), son más ruidosos, tienen más altavoces, más tarimas para exhibir su musculada tontería (…) También en la política, donde ser imbécil, desde el punto antropológico y filosófico, es como ser alto en la NBA. 

El auditorio degustó las mieles de la flaqueza humana, llegando a una reconfortante conclusión: "Cuanto más convencidos estemos de que vivimos rodeados de imbéciles, más felices seremos". Y repitió la palabra “imbécil” unas 200 veces en 55 minutos.  Para que quede claro. Imbéciles todos, aunque sea solo un poco.
  
Las gallinas ni las lagartijas no son idiotas. No lo son porque no lo pueden ser. “Mi gato es más independiente que yo. Tiene menos servitud voluntaria. No puedo imaginarle con el móvil porque no tiene necesidad de comunicarse sistemáticamente, de ser reconocido por otros gatos. Solo, quizás, en asuntos ligados con el sexo”.

No perdamos la esperanza. La capacidad del paraguayo es considerada superior a la normal, según la Dra. Josefa Brítez de Airaldi, psicóloga, quien realizó alrededor de 7.300 exámenes de inteligencia a personas de distintas edades.

Los principales motivos de que el paraguayo no progrese según la profesional, son la falta de una buena educación con métodos adecuados de aprendizaje, como también la baja autoestima de las personas. Este problema es salvable, si queremos.

Si no abandonamos de nuestra faraónica chatura cívica (tavy-mbareté-pokarẽ) que tanto daña, no tendremos más opción que reconocer dolorosamente que somos “valientes en la guerra y cobardes en la paz” 

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