¡NO ES IGUAL A TENER
RAZÓN!
“No comparto tu opinión, pero daría mi vida por defender tu derecho a expresarla”. (Voltaire).
En tiempos de frenética puja por la
silla presidencial y demás cargos electivos arde, sesos, sangre e instintos de
la fauna política guaraní. Muchos candidatos prometen lo que no cumplirán, y otros
tantos electores opinan, lo que no deberían opinar. Motivos…sobran.
Los enemigos de ayer, se confunden en el
abrazo republicano. No importa la carretillada de excrementos con que se hayan
tiroteado. Las alianzas, pactos y acuerdos ganan la tarima nacional, lo que
provoca en unos, sorpresa y en otros…nada nuevo, algo normal.
Los medios de información entran en
“corto” por la primicia de esta o aquella novedad – donde se evidencia el torpe
discurso del bienaventurado de turno
– al decir que tal o cual alianza es
nomás luego necesaria para lograr la tan añorada patria próspera y feliz.
Obviamente, la opinión de la “plebe” no
se hace esperar. Pero hay que entender que una crítica o burla, no
necesariamente supone un intento de privar al otro de su sagrado derecho de
opinar, creer, decir o hacer lo que se le venga en gana.
Si a un elemento
de la farándula, del círculo peloteril o a algún payaso le ofrecen una candidatura
para este o aquel cargo, no faltan quienes agriamente opinan que cada “chancho
ha de sujetarse a su estaca”, pues los señalados “no saben hacer otra cosa”.
Otros katû he`i:
Es que la clase política está tan descalificada que, “cualquiera será mejor”… o
al menos, “no será peor que los políticos de hoy”. Y algún fastidiado en el
tereré jerê, agregará: “¡mba-ê pio tanto…siempre votamos loo por el
menos peor!”
Hoy, otra vez, la
patria pone en juego su suerte con las elecciones venideras. De una manera o de
otra, en el fondo de nuestro ser, todos queremos para nuestro raido pueblo un
profundo cambio.
Pero, las figuras que se nos presentan -antiguos y nuevos-, ¿son hombres probos, audaces, patriotas y prudentes, que puedan devolver al pueblo esperanzas y conducirlo hacia el gigante objetivo de brindar una sociedad que queremos y merecemos?
¿Acaso no siguen estando los mismos representantes - uno y más períodos- hombres y mujeres de candelero de este o aquel partido político, que se limitaron solo a vivir de lujo a costilla del pueblo?
La chatura
política de la mayoría, prebendaría y vacía de valores auténticos de bien
común, ¿nos dan señales que levantarán a la patria de su postración?. ¿Por qué
creer que esta vez no tendrán angurria y poder para deleitarse en el uso y el
abuso del erario público?.
Hay buenísimos profesionales y administradores de cosas y bienes. Pero, curiosamente, carecemos de políticos, patriotas, hombres de Estado, es decir, de servidores del bien común. Así se explica la miserable situación en la que una gran mayoría, chapoteamos.
El maestro
Secundino Núñez opina: “No obstante, reflexionando y hablando con realismo,
tenemos que frenar nuestros juicios y no caer en ligeras e injustas
generalizaciones que pueden enervar la esperanza y la audacia de los muchos
hombres prudentes y honestos que luchan a brazo partido por el bien de la
nación.
En el subsuelo de nuestra disoluta política y en el entrevero desatinado de las internas partidarias, no son pocos los paraguayos inteligentes y corajudos, capaces y dispuestos a vivir y a morir por la liberación de la patria (…)
Es cuestión de despertar y orientar con entusiasmo la incalculable buena voluntad que subyace en el interior de este noble pueblo. Es cuestión de orientarlo y conducirlo a hacer historia, como otras tantas veces se comprometió con impresionante heroísmo.
Decía una célebre sentencia romana: “El género humano vive y sobrevive gracias al amor y entrega de unos pocos”. Así nosotros, por encima todo, tenemos que enarbolar una fuerte esperanza en las riquezas que el pueblo paraguayo lleva dentro de sí”.
Ojalá que la aparición de estas nuevas
figuras – no contaminadas aun por la inconmovible podredumbre- se pongan a la
altura de sus promesas, amen a la patria y procuren con eficaz patriotismo, el
bien común.
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