martes, 12 de septiembre de 2017

¿POR QUÉ BAUTIZAR A UN NIÑO…

                                    ¿SIN  SU  CONSENTIMIENTO?

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La pregunta es frecuente en el ámbito pastoral donde desde hace tiempo vengo trabajando. Los niños son inocentes, entonces, ¿por qué  bautizarlos? Tampoco faltan  objeciones. Ello, dice el sacerdote Clemente González, se debe a una triple ignorancia: De los bienes del Bautismo, de la Palabra de Dios y de la práctica de la Iglesia.

Como es sabido, el bautismo nos hace cristianos, miembros de la Iglesia, hijos adoptivos de Dios y herederos del cielo. Por el bautismo nacemos a una nueva vida, a la vida de la gracia, a la vida de la fe. Por el Bautismos somos sacerdote, profeta y rey.

En un inicio, la mayoría de los bautizados eran adultos. No era posible de otra manera porque era una Iglesia de convertidos. Pero ya desde entonces era costumbre bautizar "casas" enteras: (Hechos 16, 15 y 33) Se supone que al decir los miembros de la casa incluían a las mujeres, a los niños y a los esclavos aunque no se mencione.

El Bautismo era comparado con el Arca de Noé. (1Pe 3, 20-21) La salvación era para toda la familia. San Policarpo que murió en 155 d.C. en el momento de su martirio, cuando se le pide renegar de su fe en Cristo, dijo: "Hace ochenta seis años que le sirvo, difícilmente podría haber dicho eso si no hubiese sido bautizado desde niño”.

El Bautismo es el sacramento de la fe. (CIC 1253). "El que cree y se bautice se salvará" (Mr 16, 16) Por eso "…el Bautismo supone fe". El niño recibe la vida de sus padres, y la fe de la Iglesia. Es una fe inicial, en semilla, que después debe crecer y volverse adulta.

Para ayudar a la educación cristiana del niño se eligen los padrinos que suplen a los padres, si éstos faltan. Deben llevar una vida coherente con la misión que van a asumir, es decir, deben tener conciencia de que su misión no es un mero rito para el facebook.

Los padres privarían al niño de la gracia de ser hijo de Dios si no le administraran el Bautismo. El Bautismo de los niños pone de manifiesto la gratuidad de la salvación. "Dejen que los niños vengan a mí"

Privar a los hijos del bautismo y de la educación cristiana pensando que así se les deja con mayor libertad para que ellos elijan al ser mayores, es tan absurdo como el no enviarles a la escuela, para que así, de mayores puedan ellos elegir si quieren estudiar o no.

Si un niño se enferma, se lo lleva al médico, ¿se pide al hijo su autorización u opinión para vacunarlo contra la tuberculosis? Lo lógico es que los padres den a sus hijos todo lo que ellos necesiten: salud, educación, cultura y fe. Después, ya mayores, cada cual hace suyo todo esto libremente o lo rechaza responsablemente.

Supongamos que haya un caso de enfermedad mortal y disponemos de dos remedios, uno que cura y otra que no estamos seguros de que cura; el que tenga sentido común aplicará la primera.

"Quien no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios" (Juan 3, 5). Jesucristo no excluye a nadie, todos necesitan del Bautismo. "Lo nacido de la carne, es carne, lo nacido del Espíritu, es espíritu".

Al hijo bautizado hay que educarle cristianamente con la palabra y con el ejemplo (rezar habitualmente en casa, ir a misa los domingos y fiestas de precepto, confesar los pecados, ser justos, respetar los bienes ajenos, ser responsable en la vida pública y social, etc…

Pero, antes de bautizar a un niño debe tenerse por cierto que hay garantías de que será educado cristianamente. Por eso es delicado bautizar hijos de no creyentes, no practicantes, o apóstatas, etc. Hay que estudiar cada caso.

Pero si hay peligro de muerte para el niño, se le puede bautizar, incluso contra el parecer de sus padres; “porque el derecho a salvarse es superior a la voluntad de los padres». Dice el Código de Derecho Canónico: “Para bautizar lícitamente a un niño, se requiere: Que den su consentimiento los padres, o al menos uno de los dos”…

Si falta por completo esa esperanza debe diferirse el bautismo, haciendo saber la razón a sus padres. Para darle una buena formación conviene llevarlo a la catequesis, formarle rectamente la conciencia (cumplir el deber, ayudar a los demás, hacerle ver que las cosas no son buenas o malas porque otros hagan, bien o mal, etc.)

Dice Jorge Loring SI: Si a un niño le tocara recibir una herencia, los padres la aceptarían enseguida para que empiece a disfrutarla, y no esperarían a que fuera mayor. El bautismo vale más que la mayor de las herencias. Para hacer un favor a alguien no hay que pedirle permiso. 
              ¡Al niño se le salva la vida sin pedirle permiso!.           

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