Afirma Alfonso Milagro: Todo tiene su razón de ser en el mundo: el frío del invierno y el calor del verano, la fuerza del viento y la calma de la atmósfera, la luz y las sombras...
También nosotros tenemos una razón de ser en la vida; la vida tiene una misión, que ha de ser cumplida por cada uno de nosotros, porque esa misión es personal e inalienable. Todos nuestros esfuerzos deben ser: llegar a conocer cuál es esa nuestra misión y cuál es la razón de ser de tu vida.
Dios tiene planes, que debemos realizar; porque si conocemos esos planes, lo podremos cumplir y debemos dedicarnos plenamente a su realización. Entonces viviremos con plenitud al descubrir el verdadero sentido de la misma.
Caso contrario, viviríamos como “bola
sin manija”, es decir, andar sin rumbo, de un lado para otro,
desorientad, perdido. Dios nos da una misión que cumplir y esa misión es intransferible;
es
Personal. Y tendremos que rendir cuenta de esta misión… ¡creamos o no; nos guste o disguste.
Porque todos debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno sea recompensado por sus hechos (...) de acuerdo con lo que hizo, sea bueno o sea malo. (2ª. Cor 5:10)
"Que permanezca cada cual tal como lo halló la llamada de Dios" (1 Cor, 7, 20). "Os exhortamos a que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados" (Et, 4, 1).
Dios nos señaló una misión que cumplir y esa misión es personal e intransferible; si no cumplimos, se frustrarán los planes de Dios; pero ¿por culpa de quién?
La carta a los Hebreos 9:27 asegura que cada uno de nosotros seremos juzgados por Dios después de nuestra muerte. Recordemos que Dios no nos juzgará para “decidir” nuestro destino eterno. La salvación o la condenación la decide cada uno durante su vida, al recibir o rechazar a Cristo.
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