lunes, 8 de enero de 2024

¿SOY LO QUE QUIERO SER?

 ¿O los ¨otros y la culpa¨ deciden por mi?

Dice aquel amigo: algunas personas actúan y deciden orientadas por la culpa. Estas personas, asumen la culpa por algún error del pasado que no se perdonaron, y sus acciones se limitan en el pasado. 

También hay culpas presentes, como la que siente un papá que trabaja y al no pasar el tiempo con sus hijos, movida por la culpa, compra algún regalo. O una persona que se separa y deja todo a su ex, parte del dinero, debido a su sensación de culpa.

Cuando otros deciden por nosotros, perdemos capacidad de pensar con criterio propio, tomamos malas decisiones. O hacemos cosas que no queremos. A veces es difícil tomar decisiones, más aún cuando estamos bajo presión. Las decisiones tienen gran impacto en nuestras vidas y en nuestro futuro. 

Ser uno mismo es quererse y valorarse en su justa medida. Cada persona es única e irrepetible, alguien especial. Entonces, aunque nos consideren “comunes”, somos para Dios lo que somos y lo que estamos llamados a ser. Si servimos al prójimo por decisión propia, es agradable a nuestro Creador. 

Servir al pobre es dar un préstamo al Señor: “Porque tuve hambre y me diste de comer; tuve sed y me diste de beber; fui forastero y me alojaste en tu casa; estuve desnudo y me vestiste; enfermo y en prisión, y me visitaste” (Mt 25:35-36) 

Servir no es opresión masoquista. Servir y agradar a los padres, al cónyuge, al amigo o al necesitado está bien, siempre que sea para algo ilícito. No busco la aprobación de los hombres, sino de Dios… Si quisiera quedar bien con los hombres, ya no sería un siervo de Cristo” (Gal.1:10)  

Si quiero ser mejor alumno, seré si me propongo. Si hago algo porque quiero, no importa lo que otros piensen o digan, aunque “todo lo que hagamos, siempre será criticado, positiva o negativamente”. 

No es más valioso ser lo que otros quieran que seamos. Cada uno moldea su vida. No podemos respirar por bronquios ajenos, ni vivir la vida de los otros. La vida está llena de líos y no siempre logramos lo que queremos, pero nadie puede vivir por nosotros o viceversa. Seamos empáticos. 

Somos arquitectos de nuestro propio destino”. Y otro refrán dice: No cambies para agradar a la gente, sé tú mismo y la gente correcta te querrá” (Alberto Einstein) 

Un elemento de la felicidad es ser honesto con uno mismo, viviendo con convicción. Estamos en un mundo lleno de pautas que nos imponen qué debemos ser, lucir, hablar o actuar de este o aquel modo.  

Todos cargamos nuestra propia “mochila” y esta no siempre es liviana como nos gustaría. Entonces, no nos preocupemos si los otros nos rechazan. Las personas que nos quieren seguirán con nosotros, a pesar de nuestros defectos. El resto no nos aceptará por mucho que lo intentemos.  

Seamos auténticos y compasivos. Y no intentemos cambiar a los demás solo para sentirnos bien. Luego:

Aprendamos a hacer lo que debemos hacer y ser lo que debemos ser. ¡Ta upéicha

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