¿PARA QUÉ?
Sabido es que me caracteriza – entre otras debilidades – ausencia de cualidades cognoscitivas, y por ello tal vez, es que, muy frecuentemente me pregunto, ¿cuál es el resultado de tantos códigos de ética en las instituciones? ¿Equivale la implantación de la ética en organismos del Estado y en las distintas universidades de todo el país?
Todas o casi
todas las instituciones públicas y privadas cuentan con un Código de Ética o
algo parecido… no obstante, la prensa nos hace consumir ingente ración diaria de
robos, nepotismo, entre otros tipos de corrupción de variados matices y
colores.
Luego, ¿qué
significa poseer un bello escrito angelical que oriente la conducta, si el
destinatario de tan subido y noble
escrito, tiene la conciencia averiada? En otro plano: ¿Qué significan
las bellas recomendaciones del Evangelio, si no apetezco el contenido de tales
enseñanzas?
Una organización
pública o privada que haya elaborado su código ético, no como propósito y
compromiso de una línea de conducta, sino con el fin “cumplir con un requisito y llenar las exigencias”… Es hipocresía.
No sirve.
Así las cosas,
tenemos código de ética médica, jurídica, económica….pero no paran los
asesinatos de inocentes en nombre del aborto terapéutico, el caos jurídico es
sufrido y denunciado por los mismos hombres del derecho, el escamoteo del bien
público y privado por parte de expertos de la economía y contabilidad, es una
constante…
No pocos adornados
con títulos y demás oropeles académicos son de la postura que, la ley es la
ley, toda la ley, nada más que la ley. La ley se cumple, no se discute,
cacarean como mantra ciertos “rehenes del precepto sabático” (El hombre es
dueño del sábado Mt. 12, 1-8).
La ley es
necesaria para la convivencia, pero, desde el punto de vista ético, no es
suficiente. Todos sabemos que, hoy más que nunca, grandes estafas
pueden ser legalmente irreprochables.
Cualquier mortal, por mínimamente ilustrado
que sea, sabe que ética es la ciencia del comportamiento humano, es decir, califica
lo que se hace siguiendo lo que se debe hacer; juzga al hombre cómo
y por lo que está llamado a ser. De tal manera que la Ética no juzga la conciencia ni el
corazón, sino, las acciones; el actuar del ser.
El bien,
dice Aristóteles, es
aquello a que todas las cosas tienden…en la incesante busca de la felicidad,
que no consiste ni en el placer ni en la riqueza ni en los honores, sino, en vivir bien y obrar bien. Obrar
bien es un acto de conciencia. Y ¿cómo se pretende que alguien con conciencia
petrificada obre bien?
Debo apresuradamente
expresar que respeto a las personas que sostienen opiniones distintas. Digo sí –
mediante enseñanzas recibida - que los medios para lograr una vida ética, son capturar
y vivir las virtudes. Porque
las virtudes son hábitos que
llevan al hombre a hacer bien lo
que hay que hacer;
y los hábitos se
adquieren por aprendizaje,
por la repetición de los actos.
Puede objetarse lo que
estoy diciendo. Pero, a mi juicio, las carencias éticas no se solucionan elaborando
platónicos códigos de conducta. Tampoco
digo que está mal elaborarlo. Afirmo, sí que, ni de lejos, es
suficiente, puesto que si así fuera, no tendríamos una patria lacerantemente fracturada.
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