DEL POLÍTICO CRISTIANO
En esta hora de
quebrantos y satisfacciones, certezas e incertidumbres, apatías y simpatías, el
despertar de estudiantes - de aquí y de
allá…..haciendo “líos organizadamente” - , renuevan las alicaídas esperanzas
de un mejor porvenir a nuestra sufrida patria. Por todo ello, se habla de una nueva
primavera juvenil.
Por otro lado y, a escasos días de la puja electoral por la intendencia y concejalías en todo el país, el fragor de “encarnizadas” luchas por el poder, amerita una serena reflexión. Por ello, traigo a colación las oportunas palabras del amigo y maestro Secundino Núñez sobre: Conciencia y conducta del político cristiano, expresadas en su libro Política & Políticos.
“Ya damos por
supuesto, desde luego, que una empresa tan noble y tan difícil como es la política
no puede llevarse adecuadamente sin la inspiración y subsidios de la divina providencia”.
(p. 57)
Pero no hablamos
del simple hombre ritualista de ciertos domingos y eventuales rezos de rosarios,
tampoco se trata de histriónicos saltimbanquis predicadores que pululan por
ahí, vendiendo pedacitos de cielo por doquier. Se trata del cristiano o
mbo
ho´ó va hekovepe Ñande Jara Ñe´é., es decir, no del aquel ser tibio que vive su vida superficial con beata somnolencia, como muchos…”tuneados”
de políticos.
“Debe arrancar
de sus adentros la nefasta idea de que la actividad política necesariamente
ensucia y corrompe nuestra personalidad moral. Ha de dejar atrás esas
inhibiciones morales y plantar muy hondo
en su corazón y en su mente, la convicción de que la justicia y la caridad nunca
llega a tanta altura como cuando se ejercitan al servicio y promoción del bien
común” (p 59).
Un político
cristiano, como ningún otro, debe mostrarse diligente y hábil para dialogar con
franqueza y fraternalmente. Debe estar convencido y confiado en su capacidad de
recuperar la moral que hay en el fondo de la conciencia de todo hombre, incluso
en la de aquellos cuya historia…. nos han dado pruebas del más oscuro envilecimiento.
(p 61).
Con sencillas
palabras, un auténtico político servidor del bien común, debe parapetarse dentro
del cuadrilátero de las virtudes cardinales: prudencia, justicia, templanza y
fortaleza, porque solo así su acción será ordenada y fecunda; de lo contrario,
otra vez, tendremos políticos mentirosos que nos prometen bienestar en democracia, mientras
cada vez más nos hunden en la desgracia. A esta fauna de político, niego mi
voto.
Tampoco mi voto
irá a aquellos que toman la actividad política como pasatiempo vanidoso o a
modo de trampolín para lanzar adelante su voraz codicia y desmedidas
ambiciones.
Sí, mi voto será
para aquel que toma el desafío de buscar en la política el bien para la patria,
como un penoso y noble trabajo a favor de nuestro país, santuario de héroes y heroínas, pero empobrecido por
la ingente corrupción y chatura cívica, en que nos han sepultados tantos malos
políticos.
Oigamos a
Alcides de Gásperi, gran político y excelente cristiano decir: “Lo
que sobre todo nos debemos transmitir unos a otros es el sentido de servicio al
prójimo tal como nos lo ha indicado el Señor Jesús” (cfr. p. 62) AMÉN.
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