¿DÓNDE ESTÁS?
Una cuestión básica del sentido común
nos advierte que el término Moral, es una regla que debe seguirse para hacer el
bien y evitar el mal. Ejemplo: Cuando hacemos correcto uso de la inteligencia
sabemos que matar a los padres para quedarse con sus bienes, es algo malo, y por consiguiente, no
debe hacerse.
Este imperativo categórico de evita el mal y haz el bien, se impone
al hombre desde su interior, incondicionalmente, no negociable. Es decir, no
vale aquello de, hagamos el bien para ser vitoreados o fin de obtener algún
tipo de lucro.
Lo cierto, concreto e innegable es No matar, aunque nos quedemos sin los
bienes que nos tientan a hacer el mal, aun cuando ninguna sospecha pudiera
recaer sobre nosotros.
¿Hace falta ir a la escuela para conocer
esta categórica orden interior? NO.
Todo hombre –hasta el más salvaje - conoce a través de su conciencia que matar
es malo. Caín, hombre rudo nunca pisó una escuela; pero tuvo conciencia del
crimen cometido contra su hermano Abel. ¡Primera sangre humana que regó la
tierra!
La gran pregunta es…. aun conociendo las
verdades: no hagas a otros lo que no
quieres que hagan contigo (regla de
oro); da a cada uno lo suyo
(justicia); no devuelvas el mal con otro
mal” ley de Talión; cumple con tu
palabra dada (fidelidad); obedece a
Dios, (humildad).. ¿por qué hacemos
el mal?
Cualquier hombre descubre que robar,
mentir o matar es acto malo, evidente por sí mismo, luego su razón lo advierte
de manera inmediata. El pensador G. E. Moore dice: Que lo que es bueno es
inmediatamente perceptible (evidente) y no necesita fundamentación. Así
tampoco, sin sombra de duda, mentir o matar para robar, necesita fundamentación
para demostrar lo contrario.
Pero una “implosión” imprevista del
desarrollo de las ciencias experimentales del hombre – diría Secundino Núñez –
(Psicología, Sociología, Biología, entre otras tantas), defiende un humanismo
puramente científico basado únicamente en la experiencia, fácilmente recusa
cualquier realidad de tipo metafísico. Como la conciencia no se puede ver,
medir, pesar, ni tocar, ella queda relegada al patio trasero de la conciencia.
Así las cosas, no es descabellado afirmar
que la conducta ética de nuestra fauna actual, ha sido violentamente despeñada
al abismo de la nada. No
es necesario probar la existencia de una crisis profunda en el terreno moral.
Es un hecho que se impone con una descarnada evidencia.
Nos encontramos, por consiguiente, en un momento
delicado en la historia de la reflexión moral y del comportamiento ético de
gran parte de la humanidad. La crisis moral se suele describir como “un descenso
del nivel ético de la humanidad”, o al menos de algunos grupos humanos.
Aunque
admitamos una marcha ascendente en el desarrollo de la meritoria y provechosa
tecno-ciencia, tampoco dejamos de constatar y lamentar conductas despreciables
que nos llevan a vivir momentos de “involución” moral
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