¡Atención pueblo votante!
El país está nuevamente en puertas de votar el próximo gobierno municipal, intendentes y concejales, quienes tendrán la alta misión y responsabilidad de conducir los destinos de sus respectivos distritos. Ello mueve a una efervescencia política que por poco se desborda, por la intolerancia y descalificación a que echan mano los candidatos y operadores políticos, aquí y allá, por éste o aquel medio, de día y de noche.
La experiencia nos recuerda que nuestra pobre patria está enclenque y enferma, por la postración profunda que padece, a causa de gobernantes insensatos e incapaces, que sólo han regalado dinero para comprar votos y alimentar la voracidad insaciable de sus clientes; amigos, parientes, amantes y compinches.
No es raro saber que nuestra sociedad está viviendo momentos de angustia y caos que provoca el desorden establecido, ya hace mucho tiempo. Robos, asaltos, violencias, secuestros y terrorismo hacen difícil la vida humana. Por cualquier lado y en cualquier tiempo nos amenaza la muerte. No hace falta ahondar más en las putrefactas llagas sociales que sufre nuestro dolorido país.
Como ya lo había señalado en artículos anteriores, no esperemos el cambio sólo de los otros, tampoco pongamos como aburrida "cortina musical" un contenedor de necesidades, con excesivo plagueo y maldiciones contra todo y contra todos, porque en nada va contribuir para mejorar nuestra raquítica existencia social.
Es la hora de abrir los ojos y oídos, observar la conducta familiar, social y profesional de los candidatos. Detectar los consabidos hábitos viciosos del "mbareté y pokaré", mentiras y prebendarismo, amén de otras "lindezas" propias de nuestra fauna nacional que tanto nos caracteriza y conocemos.
Acabó el mundial Sudáfrica 2010 que nos tenía algo "atolondraditos" por el deseo y esperanza de traer el preciado "trofeo" al Paraguay. Hoy es hora de "pisar tierra" volver a nuestra realidad, serenarse, otear el horizonte político y juzgar con recta conciencia a quien elegir y votar. No nos dejemos engañar por los que nos prometen - otra vez - el oro y el moro en vísperas de las votaciones; pero que, pasado el día de las urnas, nos arrinconarán en el olvido y sólo nos quedará el amargo sabor de haber vendido nuestro voto por un plato de arroz y un par de galletas enmohecidas.
El verdadero político es aquel que busca el bien común, que significa bienestar de la comunidad. La política es una tarea difícil porque en ella se concentran hombres con intereses disímiles y estos intereses se ponen en juego en la sociedad, y el conjunto de ciudadanos debemos sabiamente discernirla, con libertad responsable.
Concuerdo plenamente con el maestro Secundino Núñez cuando afirma que lo "primero en hacer es ir al pueblo, evangelizar su conciencia con verdad robusta y sincero amor de patria. Levantar los ánimos abatidos por el largo abandono y la dura miseria. Sembrar esperanzas y vigorizar los miembros entumecidos"
Hay en nuestra sociedad - lo he repetido muchas veces - hombres de cultivada inteligencia y conciencia recta que no están contaminados con los vicios ya mencionados y esperamos, pueden iluminar nuestras intenciones y decisiones. Entre ellos están escritores, artistas, líderes sociales, profesores, quienes podrían convertirse en útil ayuda para despertarnos de nuestra beata somnolencia ciudadana.
Necesitamos de verdaderos políticos patriotas que entiendan de una vez por todas, que la Política, según han dicho los papas del siglo XX, "es la forma más excelente de ejercitar la caridad" y electores que por fin, libre y voluntariamente elijan lo mejor.
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