La "patología cartoncrática".
No pocas veces se ha escuchado afirmar que la falta de autoestima provoca en el ser humano cierta "carencia". Naturalmente, esta idea es discutible, pues no faltarán argumentos a favor o en contra.
Personalmente pienso que algo de verdad existe en la afirmación citada, a juzgar por las conductas de no pocos "profesionales que pueblan nuestra fauna nacional" Obviamente, señalo el hecho, no aludo a ninguna persona ni profesión en particular. Los ejemplos son sólo eso, ejemplos para ilustrar el hecho.
Pareciera que si nuestro título o eventuales méritos no son constantemente destacados, perdemos terreno y corremos el grave riesgo de "disminuirnos" en la sociedad. Algunos ejemplos:
"¿Le conoce al ingeniero Sinfó?"; "Le presento a la licenciada Clandé"; "Ella es mi hermana ¡la Escribana!"; Peor aún, cuando alguien usurpa el título y se hace llamar doctor. "El doctor "Pillus" y familia les hacen llegar sus salutaciones por Navidad."
¿Por qué mencionar una y otra vez el título? Los espacios sociales de revistas y periódicos están abarrotados de estos y otros ejemplos que cultúan el Vyroreí y nos traen noticias como: "El Piloto Aviador Militar, Sargento 1º Cañitus Fortín, contrajo matrimonio con la Perito en Ciencias Contables y Administrativas Mastikastosontoki";"El Master en Administración Goyín Santoró le presenta sus saludos por el día de la Amistad". "La Medalla de Cuero de las Competencias Barriales, Señor Poco Caso, presentó su propuesta a la Comisión Vecinal...." Ni el venerable difunto escapa de esta "onda".
Así leemos en los avisos fúnebres: "El excombatiente de la guerra del Chaco, héroe de Cañaverales, Cabo 2º don Caramayola Tapa....."
A los gloriosos excombatientes no se les rinde culto alargando inútilmente su jerarquía, pues resulta estéril, si luego de la guerra, mientras cuidaban autos o limpiaban parabrisas en las calles, hayan mendigado el resto de sus vidas, mientras recibían maltratos cuando deberíamos haberles prodigado atención y respeto.
Los títulos se deberían utilizar sólo en ocasiones solemnes, porque son como galardones, o en ocasiones en que exijan la presentación de currículo. Hace falta comprender que toda persona, cualquier persona, más allá de sus logros, es importante y digna por el hecho de ser persona, única e irrepetible.
Además, un título significa asumir ciertos compromisos en la sociedad y pesa en la conducta de "acartonado". ¿Cuántos "poseedores" de varios títulos nos dan todos los días cátedra de hábitos sólo aceptables en bestias? ¿Cuántos de aquellos "profesionales" no son sino vergüenza y pena, tanto para los suyos como para otros?
Por lo dicho se concluye que hay o puede haber "buenos profesionales", pero ello no garantiza que aquellos sean buenas personas. ¿Qué significa un título universitario otorgado a tantos "intelectualoides" que pululan en nuestra enanizada sociedad?
Un título es logrado con esfuerzos físicos, intelectuales y económicos y, por tanto, motivo de sana satisfacción es festejarlo, puesto que alimenta la ilusión de transitar por un mejor porvenir. Sintámonos, por tanto, agradecidos por ello, pero cuidémonos para que un cartón no nos envuelva en el estúpido como grotesco "edredón de la soberbia vanagloria".
La Amistad, finalmente, es el más grande título que el ser humano puede ostentar, pues el amigo, porta, soporta y comporta. La amistad comparte morada con la humildad. Por consiguiente, culmino esta reflexión amistosa diciendo a todos los lectores: ¡Felicidades AMIGOS!
Jueves 30 Julio 2009 | 11:07Hs.
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