jueves, 9 de septiembre de 2010

LA MODA NO INCOMODA PERO... "DESACOMODA"


La frustración del desarrollo personal

Las ciudades no son sólo jungla de asfalto y de piedras - dice Antonio Cruz - también son selvas burocráticas en la que la rivalidad de todos contra todos deviene del modo de vida habitual, pues habitamos una sociedad donde pareciera que, todos somos "sospechosos de todo".
De esta manera, las relaciones humanas se transforman en relaciones de posesión y dominio. Los jefes abusan de sus subordinados, mientras adulan a los que están por encima de ellos. El chantaje se utiliza como moneda de cambio. Lo importante es conseguir ventaja, aplausos o cuando menos, admiración o envidia de los demás. El espíritu solidario y fraterno no ha despertado de su larga siesta.
Este mundo de desencanto, en consecuencia, se vuelve brújula que orienta al mundo joven a disparar sin reparos al "regazo amantísimo de la moda". Así nace la acusada veneración hacia la persona famosa, no importa el buen o mal "olor" del vicio o virtud de tal celebridad.
Lo importante es la imagen y ésta, hace "parir" la masa de apasionados "fans" que se doblegan ante el ídolo; miles de brazos dirigen sus manos hacia las estrellas favoritas. Esta misma masa aborregada y sudorosa "aúlla" ante cualquier gesto del famoso.
Es el culto a la popularidad y a la apariencia, no siempre al buen gusto, a la decencia y a lo sano. Así, estimulados por los medios de comunicación, cultivan los sueños narcisistas de gloria efímera el hombre vacío, que quizá, en esos eventos descarga gritando desaforadamente toda su frustración.
Miles de jóvenes "burbujas", con familias cada vez más descuartizadas y sin rumbo, aprenden a identificarse con los famosos con quienes, al parecer, encuentran una identificación "socio-afectiva" que les brinda cierta seguridad y status, de las que carecen en su propio ambiente familiar y social.
Pero no existen estrellas ni astros que duren cien años, ni posmoderno que la aguante. Los ídolos se derrumban porque tienen pies de barro.
Todo exceso de imágenes llega a aburrir y por eso las "estrellas" se suceden velozmente, pues, lo que da placer no es el sentimiento de devoción al ídolo, sino la imposible realización personal del adepto, que anhela ser como el idolatrado.
Así la vida de muchos, se convierte en un rastreo interminable de ídolos para copiar su forma de vestir, hablar y hacer. Y cuando no se satisface esta opción, suceden los suicidios por su fracaso personal.
Ahí lo tenemos al venerable difunto Michael Jackson (cuya conciencia no juzgo, pero sí señalo el hecho), uno de los más famosos travestidos, pues ha sido cautivo de sus preferencias eróticas, la moda, el ritmo, las formas que lo llevó a convertirse en un ser mutante biológico. ¿Qué fue del encanto desfigurado, frustrado y frankensteniano Michael Jackson?
Se ha hecho rehacer la cara, desrizar el pelo, aclarar la piel, se ha reconstruido minuciosamente hasta convertirse en un famoso niño-prótesis, en un embrión de todas las formas soñadas de mutación (A. Cruz, p 80, El hombre posmoderno) que nos liberaría de la raza y del sexo. ¿Acaso este famoso como querido artista no es el ejemplo de la desdicha y el fracaso terrenal?
Así las cosas, las personas ya no se definen por lo que "son", sino por lo que aparentan "ser". Preferimos ser copias, antes que originales. No amamos nuestro cuerpo como es, no nos queremos como somos, preferimos ser lo que no somos, y así andamos de este taller en otro, tratando de "reparar" la cara, la nariz, las lolas, y demás etcéteras.
El reino de la apariencia, de lo efímero, de la estética y del cuerpo perfecto, es decir, del Vyrore-í, nos mantendrá siempre como parias de esta moderna esclavitud, a menos que urgentemente nos sacudamos de su tiranía.
Somos importantes así como somos a los ojos de nuestro Creador y ello, sólo ello importa. Lo demás es viruta. Abogo porque nuestra sociedad retome el sendero del desarrollo personal, para desinfectarnos del virus de la frustración y llegar a nuestro destino final que es la beatitud, pues sabemos que somos seres transbiológicos, y no, alimentos para gusanos al momento de vestir el último traje de madera.
Valoro los abundantes comentarios que hacen a mis artículos, aun cuando aquellos no me sean favorables, pues acepto y considero toda crítica como una enseñanza, por lo que les renuevo mis agradecimientos.
VIERNES|17|JULIO|2009

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