jueves, 9 de septiembre de 2010

ADVIENTO

Tiempo de preparación, ¿para qué?

El adviento es un período del año litúrgico, de unas cuatro semanas de duración, que precede a la navidad y conmemora la venida del Señor bajo sus diferentes formas: venida histórica en Belén, venida espiritual en la celebración preparatoria para la navidad y, venida escatológica en la parusía.
El primer advenimiento o "advenimiento de gracia" es la encarnación. El segundo o último advenimiento, será de gloria, regreso glorioso de Cristo al fin de los tiempos para el juicio final (Mt. 24.3) Objetivo: ¡Prepararnos para ese día es el objetivo! ¿Cuándo será? Nadie lo sabe.
Hay preocupación para las fiestas, para adquirir ropa nueva, cambiar el coche, viajar a la costa, arreglar la casa... y el afán exaspera y desespera. La mesa harta de comida, regada de no menos abundante bebida, es una preocupación anticipada de muchos, para festejar ¿qué cosa? No es condenable el deseo satisfacer los bienes terrestres, pero éstos, en la escala de valores, son menos importantes que la propia vida interior.
El 25 de este mes los cristianos festejaremos nuevamente el cumpleaños más importante del globo, pero si no hay adviento, será la fiesta sin el cumpleañero. Al tiempo de afanarnos por lo terrenal, también es necesario revisar nuestra estructura interior, bucear en lo profundo de nuestro yo para arrojar eventuales basuras y malos olores de nuestra interioridad. Arriesgo una breve lista de malos hábitos de los cuales podemos liberarnos y proponernos firmemente:
No violar las reglas de tránsito; dejar de robar en sus diferentes formas; pagar lo justo al empleado, trabajar las horas por las que se recibe el pago; abandonar la vida impúdica del adulterio y la fornicación; respetar la libertad y el derecho del otro; abandonar la tendencia "patológica" de aparentar lo que no se es; preocuparnos menos de la vida ajena, y ocuparnos más por mejorar la nuestra; abandonar la mega-hipocresía de llamarnos "pobres de espíritu" y vivir como Epulón: No se puede declarar pobre y vivir derrochando como rico.
Un buen propósito quizá sea establecer jerárquicamente nuestra escala de valores. Comer y alimentarse, por ejemplo, es un valor necesario y urgente. Pero vivir para comer y "chupar" al estilo nuestro, ya es un despropósito. Otra tarea importante acompaña a la primera: La coherencia de vida para no seguir viviendo en contradicción.
Seis días por semana me peleo, denigro, maldigo y calumnio a quien no piensa como yo, pero el séptimo día me vuelvo espiritual y ruego por mi alma santa que llevo dentro. Hablo de la Biblia y de Dios, una y otra vez, pero acto seguido, acuso, una y otra vez a quien desprecio, envolviendo mis palabras con malsana intención. ¿Quién en este valle de peregrinos tiene autoridad moral para juzgar al otro? Además de hablar de Dios, lo realmente importante es hablar con Dios.
Quienes esperamos la venida del Señor Jesús, preparamos su llegada barriendo nuestra casa interior, perdonando y pidiendo perdón, abriendo todas las ventanas de nuestro ser para dar la bienvenida a Aquel, que no se puede contener en el universo por su poder y gloria.
¿Quién querría negarse a albergar al soberano más bello y poderoso de todos los tiempos?
¡Feliz Navidad!
| Miércoles 23 Diciembre 2009 | 09:12Hs.

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