"Es hora de actuar"
"En el transcurso de los últimos años, se ha ido notando una especie de incómoda sensación de malestar por el contradictorio actuar del homo sapiens posmoderno" - había manifestado, algo indignada, una señora de mediana edad durante un encuentro de profesores de una Institución educativa, agregando a continuación: "La gente se queja y mucho, demasiado, de lo que hay, de lo que falta y de lo que debiera hacerse - es decir, del caos reinante en la sociedad - por un lado, y sin embargo, por otra parte, me parece que tampoco se arriesga mucho para aportar algo nuevo y beneficioso, sobre todo si ese riesgo supone alguna pequeña privación de carácter personal".
Así las cosas, ante la aguda reflexión de la citada dama, surge incontenible estas preguntas: ¿Por qué esa misma gente que tanto se lamenta y que tan ostentosa y aparatosamente se rasga las vestiduras criticando todo y a los demás no hace algo por intentar cambiar de verdad lo que dice molestarle?
Resulta tragicómico como un espantapájaros, la imagen de un tropel de compatriotas despistados, perdidos, llorando y clamando a "papá-Estado" para que solucione todas sus desgracias. (Sin tierras, sin techos, sin papá ni mamá, sin trabajo, sin parejas, los sin eré eréa, expresiva frase acuñada por la sabiduría popular).
El Estado tiene su obligación y es justo que los ciudadanos reclamemos por los conductos legales, lo que en justicia nos corresponde. Pero la inacción de aquel no es motivo para dejar de hacer, lo que también, a cada habitante le corresponde. "Es razonablemente probado que ni al Estado, ni a Dios, ni a nadie ha de pedir lo que cada uno, por sus esfuerzos y dedicación tiene la obligación de obtenerlos".
Entonces, ¿Por qué la sociedad civil, antes de experimentar que no puede cambiar la realidad que tanto le apena, parece no querer intentarlo? ¿Por qué somos apóstatas de la esperanza y tan apegados al lamento? ¿Por qué cada quien no hacemos lo nuestro?
Lo curioso es que muchos "expertos en diagnosticar problemas" y "especialistas en quejas" solamente se lamentan, al tiempo que bailan al son de las melodías de Sodoma y Gomorra, sea por acción cómplice u omisión.
Es que, ¡Hablar es más fácil que Hacer!
Con otras palabras, cumplamos nuestros deberes como padres, vecinos, empleados, patrones, hijos, profesores, comerciantes, autoridades.... y luego quizá, tengamos menos motivos para el angustiante "plagueo", que se hizo parte de nuestro cotidiano vivir.
Por consiguiente, a riesgo de ser considerado fundamentalista, por remar contra la corriente del desencanto y Vyroreí, levanto mi voz de protesta contra el caos establecido, denunciando lo que está mal, aquí y allá, por izquierda y por derecha, siempre presidido por la idea de aportar la voluntad de testificar, haciendo, más que, diciendo.
MARTES|23|JUNIO|2009
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