jueves, 9 de septiembre de 2010

SI HABLAR ES PLATA; ORO, ES EL SILENCIO!



Reflexiones al inicios del 2010

Escuché a mi señor padre decir muchas veces: "El hombre es el único animal que bebe sin tener sed; que come sin tener hambre y que habla sin tener nada que decir".
Decir las palabras correctas en los momentos adecuados es una virtud que particularmente deseo obtener. Saber cuándo y qué hablar, y encontrar el dominio entre la palabra y el silencio es una virtud íntimamente ligada a la sabiduría. ¿Cómo lograrlo?
La capacidad de escuchar es superior a la capacidad de hablar, dicen. Los sabios hablan poco pero con tino y profundidad, mientras invierten mucho tiempo en escuchar, ver y callar. De ahí el refrán: "ver, oír, callar, son cosas de gran preciar", afirma Brenda de Pedrazzi - Revista V.F.
Gran parte de el éxito en las relaciones interpersonales se debe a la capacidad de escuchar, más que a la de hablar, pues no pocas veces, hablar de más, o, palabras vanas y sin sentido, está ligado a la estupidez y, paradójicamente, a no tener nada que decir. "Somos dueños de nuestros silencios y no de nuestras palabras".
Otro conocido refrán: "En boca cerrada no entran moscas" Algunas veces es mejor callar, "atornillar" la lengua antes que pronunciar algo indebido o de lo cual podemos arrepentirnos.
Hay casos, sin embargo, en que muchas veces el silencio es extrema cobardía y no precisamente sabiduría. Es que muchas personas no hablan por no comprometerse.
¿Cuántos silencios son cómplices de horrendos crímenes? Sepultar la verdad con el silencio es atentar contra ella; y la no verdad es mentira, y la mentira es pecado capital.
Muchos hoy ¿no estarán arrepentidos de no haber dicho una palabra que podía evitar una injusticia?
También el silencio puede entenderse como: "estamos de acuerdo". En la reunión de padres, por ejemplo, la directora de la escuela pregunta: ¿Están todos de acuerdo? Y como todos permanecen callados, se supone que todos están conformes. Pero no siempre es así.
Al terminar la reunión, no pocas personas han dicho: "Yo no quería luego"; " !Siempre luego son unos pocos nomás los que deciden!"; "¡Cheve na che gustai voi kurí, porque, mata mata kuetente o decidipá!"
Es oportuno, por consiguiente, tomar en cuenta lo que dice el siguiente refrán: "Guárdate del hombre que no habla y del perro que no ladra", dando a entender que en muchas ocasiones, el silencio puede ser más peligroso que las palabras.
En nuestra reciente dictadura pasada ¿cuántos crímenes, violaciones, desapariciones y torturas han tenido como cómplice al "silencio"? ¿Cuántos no hemos tenido postura ante tanta arbitrariedad?
En el día a día de nuestra existencia nos enfrentamos a cada momento con dilemas éticos de callar o hablar. ¿Cuántos casos de corrupción, robo y otros tipos de inconductas hemos callado?
También tenemos a flor de piel eso de: "No te metas, ¿qué te importa?, podés perder tu trabajo y complicarte la vida..." ¿Acaso no vivimos situaciones de injusticia a cada momento... y qué hacemos? ¿Callamos o hablamos?
¿Qué hizo Jesús cuando vio a la mujer a punto de ser apedreada? ¿Qué actitud tomó frente a la samaritana, mujer de un sector discriminado? No nos queda mucho por elegir: o emprendemos el camino de la Verdad, o seguimos con el síndrome de Pilatos, haciéndonos del "ñembotavy " sepultando la Verdad que es "Jesucristo" para dar vida y libertad a la mentira.
PROPUESTA
La palabra, mucho vale y poco cuesta. Y al mismo tiempo, quizá por considerar que la palabra no tiene precio en el mercado, nada vale. Así siendo, emitimos opiniones y comentarios sin conocer la realidad.
Ofendemos sin sentido. Sembramos desorden y tristeza en lugar de risas y alegría. Criticamos mucho y valoramos poco.
Antes de criticar, pensemos en el daño que pueden producir esas "inocentes" palabras que decimos. ¿Por qué no pronunciar palabras restauradoras? ¿Por qué no decir cosas agradables como ¡gracias! ... ¡que bien lo hiciste! ... ¿puedo ayudarte?... ¡valoro tu trabajo y tu esfuerzo!
"De la abundancia del corazón habla la boca" (Mateo 12,34) Los pensamientos y el corazón son la antesala de la palabra. Sólo podemos generar agua limpia si nuestro corazón, no tiene agua podrida.
Pidamos brújula divina para pensar la verdad, decir la verdad y vivir la verdad, así pronunciaremos palabras de vida y no, palabras cadáveres.

| Viernes 08 Enero 2010 | 10:01Hs.

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