miércoles, 13 de enero de 2021

“SIGNOS DE LOS TIEMPOS” (II)

 (Eventos significativos en la historia)


Unos criterios para precisar los signos de los tiempos pueden ser: su modo de marcar la época, indicios de tiempos mejores, el consenso colectivo que causan y su profundidad. 

Estos signos, como hechos notables exigen descifrar. Ello supone que haya un intérprete -en nuestro caso es la iglesia-, sujeto teológico con sentido académico, pastoral y espiritual, que asume la tarea de discernir sus signos. 

Se plantea el desafío de interpretar los sucesos históricos, un descifrar más universal del mensaje salvífico; desentrañar en los signos del tiempo su sentido latente y oculto…y anunciar.

Discernir los signos de Dios en los signos de los tiempos, es acto propio de fe  inteligente, una escucha atenta a la llamada de Dios en los acontecimientos. 

Criterio vital para este discernimiento, es la presencia de Cristo y de sus signos mesiánicos (Mt 16,3), es decir, los indicios del Reino y la manifestación de la voluntad de Dios para los creyentes. 

Discernir es un modo de conocer y accionar, que impulsa la transformación de quien lo practica: interpretar los signos de los tiempos ayuda a una mejor comprensión del ser cristiano e impulsa una renovación del hombre ante los retos actuales. 

Así, surgen preguntas básicas como: ¿cuáles son los signos de estos tiempos y cómo los desciframos? ¿Cómo son identificados e interpretados en nuestros países?.

Leer hoy los signos de los tiempos, es ahondar la relación entre el anuncio del Evangelio y la condición histórica del hombre. Leer los signos de estos tiempos exige oír la Palabra y ver el futuro por la fe. (Fuente: Centro teológico “Manuel Larraín”). 

Signo de los tiempos, no son extrañas y atemorizantes figuras apocalípticas. No son profecías que nacen de la imaginación de “profetas” de la muerte. No es un cóctel de terror, sangre, espada, peste y dolor. 

El del objetivo del Apocalipsis es consolar a los cristianos en las persecuciones, despertar en ellos "la bienaventurada esperanza" (Tito 2, 13) y a la vez, preservarlos de las doctrinas falsas de herejes que se introdujeron en el rebaño de Cristo. 

Verdad es que, presenta cuadro de espantosas catástrofes y luchas que conmoverán al mundo antes del triunfo de Cristo en su Parusía y la derrota definitiva de sus enemigos... que el Padre le pondrá por taburete de sus pies (Heb 10, 13). 

Ello no impide que, como en las profecías del A.T. y en los de Jesús (Mt. 24), el profeta piense también en hechos actuales suyos y los tome como figuras de lo que ha de venir. 

Hay que saber que la sagrada profecía es también una invitación a estar firmes en la fe y gozosos en la esperanza, aspirando la felicidad prometida para las Bodas del Cordero. 

Dice San Jerónimo: "el Apocalipsis contiene tantos misterios como palabras; y digo poco con esto, pues ningún elogio alcanza el valor de este Libro, donde cada palabra de por sí abarca muchos sentidos". Además, nos avisa: 

"No sea que volviendo de improviso os halle dormidos. Lo que os digo, lo digo a todos: ¡Velad! (Mc.13, 36 s.). A "esta vela que espera y a esta esperanza que vela" se atribuye la riqueza de la vida sobrenatural de la primera cristiandad. (Sant. 5, 7). 

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