lunes, 4 de enero de 2021

LA VIDA ¿ES ABSURDA?... ¡SÍ Y NO!

Para Albert Camus, novelista, escritor, filósofo y periodista francés, la vida es un absurdo. Cree que la vida es insignificante por sí misma: si vale, es porque el hombre le da valor.

Por eso, el terrícola se afana por dar sentido a su vida¿Por qué la vida no tendría sentido? Así responden: “la vida no tiene sentido por derrota, desengaño, muerte de un ser querido, etc”. Si esto fuera verdad, la vida no tendría sentido para nadie, porque: 

Ningún mortal es libre de dificultades. ¡Nadie! Porque “todo humano nace hambriento, necesitado y con tendencias al mal”, así nazca en cuna de oro. Oigamos este sermón, dice Carlos Díaz, en “Diez palabras clave para leer el Credo” p. 76: 

Nadie es rico por naturaleza. Desnudo recibe la tierra a los que salieron de ella y nadie puede encerrar junto con él en su sepulcro todas sus riquezas. Un pedazo estrecho de tierra es bastante a la hora de la muerte, lo mismo para el pobre que para el rico. 

Y la tierra -que no fue suficiente para calmar la ambición del rico- entonces lo cubre totalmente. La naturaleza no distingue a los hombres en su nacimiento ni en su muerte. Les engendra igualmente a todos y del mismo modo les recibe en el seno del sepulcro. 

¿Por qué establecer clases entre los muertos? Excava de nuevo los sepulcros y, si puedes, distingue al rico. Desentierra la tumba del poderoso rico a ver si lo reconoces. Quizá lo reconozcas por una cosa: porque con el rico se pudren muchas más cosas”.

 Mi vida no tiene sentido”, frase que se suele escuchar con frecuencia en terapia. Son sólo cinco palabras, pero de significado tan relevante que requiere una reflexión y actuar en consecuencia. 

Para mí, la definición del sentido de la vida queda resumida en esta frase de Nietzsche: "Quien tiene un porqué para vivir puede soportar casi cualquier cómo". Efectivamente, el sentido de la vida se traduce en un propósito, en un porqué, dice aquel profesional.

El Obispo Demetrio Fernández asegura: “las bienaventuranzas, son la “Carta Magna” de Jesús, propuesta que sorprende a muchos, ayer y hoy. Pese a que nos topamos con el dolor y el pecado, “Dios nos creó para ser felices”.

Un “misterio profundo y contradictorio en el que el hombre se ve hundido”, que se explica por “el tambaleo” del pecado, que sólo se entiende, si “entramos en el Corazón de Cristo.

“Solo la humildad y el desprendimiento nos sitúan en la verdad de nuestra vida. No somos nada, más aún, somos pecadores”. Por eso, la primera bienaventuranza: “Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos”, engloba todas las demás.

Agrega: “los limpios de corazón” verán a Dios. ¿No será que falta esa pureza de corazón en la que Dios pueda reflejar su rostro y podamos encontrarnos con él por la fe”. Afirma Cristo, a pesar de la persecución, “vuestra recompensa será grande en el cielo”. 

Vivir el Carpe diem es “vivir el momento, gozar al máximo”, dicen: “la vida es breve y hay que aprovechar al máximo, no importa cómo, a como dé lugar”, sexo libre (perreo) aquí y ahora y con quien sea, borrachera, droga, ruido… 

El sentido de la vida da significado y asidero a la existencia. Vivir sin norte, como bola sin manija o como un torpedo dirigido hacia ningún lado, es cosa de imbécil. ¿Qué sentido tiene que el homo sapiens (más homo que sapiens), viva como un apestoso paria social? 

Con razón Einstein dijo: “Somos arquitectos de nuestro propio destino”. De no ser así, cualquier simio con pantalones, nos deslumbrará con collar de oropeles. “Oropel, lata que imita al oro. Cosa de poco valor y mucha apariencia: Depende de cada uno que su vida sea un oropel.

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