“Soy
ateo, gracias a Dios”, decía Luis Buñuel, y gritaría su dicho ante eso que
llaman Dios.
Si alguno dice: Yo amo a Dios, y odia a su hermano, es un mentiroso. Pues, si uno no ama a su hermano, a quien ve, tampoco puede amar a Dios, a quien no ve (1ª Juan 4, 20)
El hijo más amado. Cierto día un célebre periodista obtuvo una entrevista con Dios Padre: Lo primero que le llamó la atención es lo joven que era el Creador. De Viejito con barbas como el periodista lo imaginó, Dios no tenía nada. Era la plenitud juvenil.
Durante el diálogo, el periodista preguntó. "Señor, ¿a qué seres humanos quieres más?"
Dios sonrió y le guiñó un ojo a su Hijo Jesús que estaba sentado justo a su derecha. Padre e Hijo se veían iguales. Miró al periodista y le dijo: "A ver si adivinas".
El periodista le contestó: "Pues... Imagino que a las personas que entregan su vida al servicio de los demás, como la Madre Teresa o san Maximiliano Kolbe…
"Sí, sí los quiero mucho. Pero no son a quienes quiero más".
El periodista fue nombrando todas las personas que se dedican al servicio de Dios en sus hermanos. Y empezó con los que buscan a Dios en la oración.
"Ya sé, Señor: las monjas y los sacerdotes".
"También,
también los quiero, pero no son a quienes quiero más".
"Ya sé, los niños inocentes, los humildes que creen en Ti".
-"Sí los
quiero, pero no son los que quiero más".
-"Pues ya no queda nadie, Señor".
-"Sí quedan", respondió: "Los que dicen que yo no existo... ¡pobres hijos míos! Los que me insultan renegando contra Mí. Los que quebrantan mis leyes y dicen que tienen el poder de cambiarlas…“Los impíos y pecadores empedernidos. Plenamente, son los hijos a los que quiero más"
Dios, sonriente, contestó: "Yo a nadie mando al infierno. Eso no es cierto. Al infierno va quien lo elige con su vida. Yo los hice libres".
El periodista lo miraba incrédulo y le dijo: "Ya, ya, ¿Pero los ateos van o no van al cielo?
"Bueno. Tengo
mis trucos. A veces les doy unos fogonazos de gracia tan fuertes que no les
queda más remedio que ceder ante mi gracia. Otras veces mi Hijo es el que
interviene.
Como ha hecho unos arreglos en sus 'papeles' y como Él ha comprado un pedazo de cielo para cada ser humano pues todo queda arreglado".
"¿Qué papeles, Señor?"
"Cuando uno es bueno pero no reconoce mi existencia...Para Mi lo vital es la Verdad. Si un hombre se consagra a su búsqueda, yo lo premio. Como si me buscase a mí. Porque Yo soy la Verdad. Lo mismo con el que busca la belleza".
En esto, Jesús sonrió a su Padre y le dijo: "Abbá, la Verdad soy Yo, Tú y Yo, Tu Hijo". De la Nube que cubría el Trono celestial salió una Voz que era la misma voz del Hijo y del Padre que dijo "Y Yo". Los Tres somos la misma cosa, Dios.
"Has visto a mi familia", dijo el Padre y prosiguió "Si un hombre busca la Verdad, me está buscando a Mí, lo mismo si busca la Justicia".
"¿Y qué pasa Señor si cree en Ti, pero maltrata a los demás y no cumple tus leyes?
"También deseo sanarlo. Son los hijos que más quiero. No se cree en Mí ni se me adora, sólo por rezar ante un altar o por seguir ritos de una religión. Eso a veces es una idolatría. Muchos me convirtieron en un ídolo. Quien no ama a su hermano, no me ama a Mi".
El periodista pidió la bendición y dejó el Cielo, mejor dicho, despertó de su sueño. (Fuente Aciprensa)
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