¡¡QUE SE PONGA EN EL ÚLTIMO LUGAR!!
¿Qué historia es esa de
ponerse en los últimos lugares si hoy, más que nunca la “profecía social” manda estar al frente
con bombos y platillos? ¿Acaso ponerse en el último lugar no evidencia baja
autoestima?
Nuestra naturaleza caída
prefiere estar arriba, ocupar el primer puesto en lugar del último; ser
importante en lugar de pasar por el mundo como un desconocido; ser servido y aplaudido
por los demás, en lugar de hacerse servidor.
“Ustedes
saben que los jefes de las naciones actúan como dictadores, y los que ocupan
cargos abusan de su autoridad. Pero no será así entre ustedes. Al contrario. El
que de ustedes quiera ser grande, que se haga el servidor de ustedes, y si
alguno de ustedes quiere ser el primero, que se haga el esclavo de todos” (Mateo 20, 25-27)
El venerable San Gregorio I Magno (Papa
año 590) hizo una minuciosa manifestación de la gloria vana. Se puede buscar
desordenadamente la propia excelencia de dos modos: 1º) Directamente: o con las palabras, entones tenemos
la autosuficiencia:
o con hechos- sin son falsos – tenemos la hipocresía.
2º) Buscando la propia excelencia
indirectamente, puede mostrarse superior
a otros. Y esto puede hacerse de cuatro Modos: (a) con respecto a la inteligencia con la que uno se apoyo
exclusivamente en su propio parecer, negándose a aceptar la opinión del otro. Entonces
tenemos la pertinacia (obstinación, terquedad, tozudez).
(b)
Respeto a la voluntad. Entonces aparece la discordia cuando se impone la voluntad
propia la del otro. (c) Respecto de la
palabra,
entonces uno discute en voz alta, con prepotencia e intimidación y (d) Respecto a los hechos, entonces asoma
la desobediencia, al negarse a cumplir los mandatos de sus propias obligaciones.
“Maldito orgullo
que vive en nosotros”, porque es la raíz que entrega su sabia para alimentarnos
del hambre de gloria y de la incansable búsqueda de reconocimientos para
nosotros, y que nos tortura cuando nuestra opinión no ha sido considerada de
valor. “Maldito orgullo que vive en nosotros”,
porque nos motiva a atacar a otros por sus ideas, solo para que piensen que las
nuestras son mejores, porque nos amarga que sea más, mejores y que no tomen en
cuenta las nuestras, dirá Pedro Sergio Antonio Donoso Brant.
Provechosos es recordar lo dicho por el monje
alemán Tomás de Kempis (1380-1471): «No eres más porque te alaben, ni menos
porque te critiquen; lo que eres delante de Dios, eso eres y nada más».
El orgullo busca lo suyo propio y
anhela la alabanza de los hombres. El orgullo lucha por tener un gran nombre, título
propio y gran popularidad. El orgullo ama la publicidad y desea
ser el centro de atención, y le
preocupa más la opinión de los demás que la de Dios (Jn.5:44).
El humilde, aunque posea abultada cuanta
bancaria y casa principesca, no hace grosera ostentación de riqueza como hacen muchos
policías, jueces, fiscales, funcionarios públicos y demás morales quienes sin rubor,
socializan su “hazaña” por las redes sociales.
Que Pentecostés, en la persona del Papa Francisco nos rocíe nuestra querida tierra, con alguna dosis de decencia y honestidad en ocasión de su próxima visita al Paraguay… ¡¡AMÉN!!
Que Pentecostés, en la persona del Papa Francisco nos rocíe nuestra querida tierra, con alguna dosis de decencia y honestidad en ocasión de su próxima visita al Paraguay… ¡¡AMÉN!!
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