domingo, 17 de mayo de 2015

FIDELIDAD....

GRAN  VIRTUD  LIBERADORA

La fidelidad es la virtud para dar cumplimiento a una promesa. Ejemplo, cuando dos personas se casan se prometen fidelidad. Se trata de un acuerdo que implica una serie de responsabilidades y que no debería ser violado por ninguna de las partes. La persona fiel es aquella que cumple con sus promesas y mantiene su lealtad aún con el paso del tiempo y las distintas circunstancias.

Las sabrosas relaciones humanas implican la vivencia de la fidelidad, además de otras virtudes como son la generosidad, sinceridad, disponibilidad, comprensión, confianza mutua, honestidad, entrega, compromiso, servicio y respeto. Porque la fidelidad  lleva a la superación mutua y a trabajar para construir y fortalecer cada vez más la amistad.

La felicidad depende de la fidelidad a esa llamada, del cumplimiento de los planes de Dios. Esos planes no encadenan, sino que potencian al hombre, lo desarrollan, lo dignifican, ensanchan su libertad, lo hacen feliz. Benedicto XVI, ha dicho que Cristo no quita nada y lo da todo. La clave de la felicidad de un cristiano es saber qué quiere Dios de él; descubrir cuál es su misión en la tierra: ser fiel a su vocación bautismal y seguirla hasta la muerte. 

Georges Bernanos, (1888-1948) novelista francés decía: “Hay que amarse a sí mismos lo mismo que a cualquier otro pobre miembro del Cuerpo místico de Cristo.” Dicho más sencillamente: hay que aprender a mirarnos a nosotros mismos con la misma ternura con que nos miraríamos si fuéramos nuestro propio padre. Ser fiel a sí mismo, no significa “encerrarse en sí mismo”.

Es que, si no fuéramos fieles a nosotros mismos, ¿cómo llevaríamos una relación sólida, profunda, desinteresada y recíproca con otras personas?. ¿Cómo sostener una relación basada en intereses y metas comunes que lleva a las partes a enriquecerse mutuamente, a ayudarse a crecer como personas, si uno no confía en sí mismo?

La infidelidad se vive en varias áreas de la humana. El infiel político busca obtener beneficios, ascenso económico y social, confort, placer y nuevo estatus social, y esto lo saben los que practican el clientelismo, el oportunismo, el transfuguismo y el negocio partidario, “traicioneros” ante sí mismo, ante su familia y ante la comunidad, a la cual dice servir.

El Dr. Alfonso López Quintás, catedrático emérito de filosofía en la Universidad Complutense (Madrid) y miembro de la Real Academia Española de Ciencias Morales y Políticas, ha resaltado en varias de sus obras el carácter creativo de la fidelidad:

La fidelidad, bien entendida, brota del amor a lo valioso, lo que se hace valer por su interna riqueza y se nos aparece como fiable, como algo en lo que tenemos fe y a lo que nos podemos confiar. El que descubre el elevado valor del amor conyugal, visto en toda su riqueza, cobra confianza en él, adivina que puede apostar fuerte por él, poner la vida a esa carta y prometer a otra persona crear una vida de hogar (…)

Prometo hoy para cumplir en días y años sucesivos, incluso cuando mis sentimientos sean distintos de los que hoy me inspiran tal promesa. Prometer crear un hogar en todas las circunstancias, favorables o adversas, implica elevación de espíritu, capacidad de asumir las riendas de la propia vida y estar dispuestos a regirla no por sentimientos cambiantes sino por el valor de la unidad, que consideramos supremo en nuestra vida y ejerce para nosotros la función de ideal.
¡Eso es Fidelidad!                                                  

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