GRAN
VIRTUD LIBERADORA
La fidelidad es la virtud para dar cumplimiento a una promesa. Ejemplo, cuando
dos personas se casan se prometen fidelidad. Se trata de un acuerdo que implica
una serie de responsabilidades y que no debería ser violado por ninguna de las
partes. La persona fiel es aquella que cumple con sus promesas y mantiene su
lealtad aún con el paso del tiempo y las distintas
circunstancias.
Las sabrosas relaciones humanas implican
la vivencia de la fidelidad, además de otras virtudes como son la generosidad,
sinceridad, disponibilidad, comprensión, confianza mutua, honestidad, entrega,
compromiso, servicio y respeto. Porque la fidelidad lleva a la superación mutua y a trabajar para
construir y fortalecer cada vez más la amistad.
La felicidad depende de la fidelidad a
esa llamada, del cumplimiento de los planes de Dios. Esos planes no encadenan,
sino que potencian al hombre, lo desarrollan, lo dignifican, ensanchan su
libertad, lo hacen feliz. Benedicto XVI, ha dicho que Cristo no quita
nada y lo da todo. La clave de la felicidad de un cristiano es saber qué quiere
Dios de él; descubrir cuál es su misión en la tierra: ser fiel a su vocación
bautismal y seguirla hasta la muerte.
Georges Bernanos, (1888-1948)
novelista francés decía: “Hay
que amarse a sí mismos lo mismo que a cualquier otro pobre miembro del Cuerpo
místico de Cristo.” Dicho más sencillamente: hay que aprender a
mirarnos a nosotros mismos con la misma ternura con que nos miraríamos si
fuéramos nuestro propio padre. Ser
fiel a sí mismo, no significa “encerrarse en sí mismo”.
Es que, si no fuéramos fieles a nosotros
mismos, ¿cómo llevaríamos una relación sólida, profunda, desinteresada y
recíproca con otras personas?. ¿Cómo sostener una relación basada en intereses
y metas comunes que lleva a las partes a enriquecerse mutuamente, a ayudarse a
crecer como personas, si uno no confía en sí mismo?
La infidelidad se vive
en varias áreas de la humana. El infiel político busca obtener beneficios,
ascenso económico y social, confort, placer y nuevo estatus social, y esto lo
saben los que practican el clientelismo, el oportunismo, el transfuguismo y el
negocio partidario, “traicioneros” ante sí mismo, ante su familia y ante la comunidad,
a la cual dice servir.
El Dr. Alfonso López
Quintás, catedrático emérito de filosofía en la Universidad Complutense
(Madrid) y miembro de la Real Academia Española de Ciencias Morales y
Políticas, ha resaltado en varias de sus obras el carácter creativo de la fidelidad:
“La fidelidad, bien entendida, brota del amor a lo valioso, lo que se
hace valer por su interna riqueza y se nos aparece como fiable, como algo en lo
que tenemos fe y a lo que nos podemos confiar. El que descubre el elevado valor
del amor conyugal, visto en toda su riqueza, cobra confianza en él, adivina que
puede apostar fuerte por él, poner la vida a esa carta y prometer a otra
persona crear una vida de hogar (…)
Prometo hoy para cumplir en
días y años sucesivos, incluso cuando mis sentimientos sean distintos de los
que hoy me inspiran tal promesa. Prometer crear un hogar en todas las
circunstancias, favorables o adversas, implica elevación de espíritu, capacidad
de asumir las riendas de la propia vida y estar dispuestos a regirla no por
sentimientos cambiantes sino por el valor de la unidad, que consideramos
supremo en nuestra vida y ejerce para nosotros la función de ideal.
¡Eso es Fidelidad!
¡Eso es Fidelidad!
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