DESMEDIDO
HAMBRE DE LA PROPIA EXCELENCIA
Curioso: Su majestad el
“YO” no necesita de consensos para reinar desde antes y, al parecer…para
siempre, con desmedida angurria de la propia excelencia, de su influencia y
dominio en los demás. Reinos, países, familias, fortunas, han sido acabados por
la soberbia y su hermana la envidia, dice entre otras cosas, Federico
Rodríguez de Rivera.
Cada vez se dificulta
más encontrar líderes positivos en un mundo en el cual el espectáculo, el show,
es más importante que la autenticidad de la persona, donde la superficialidad
puede más que la profundidad de pensamiento y la imagen comprada es mejor que
la real. Mundo de máscaras, no de personas, afirma José E. Morales Mancera (13.04.09). Sin
embargo, como es sabido, no existe el mal absoluto. Esto lo demuestra un caso
real y sabrosamente llamativo.
El periodista Andrés Oppenheimer nos cuenta que en un momento
en el que varios presidentes latinoamericanos están promoviendo un descarado
culto a la personalidad, el presidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís, ha firmado un decreto que prohíbe la
exhibición de su retrato en las oficinas públicas, y que ordena no incluir su
nombre en las placas inaugurales de obras públicas.
Según el decreto presidencial, las
placas de todas las nuevas carreteras, puentes, hospitales y otros edificios
públicos inaugurados durante su mandato, que finaliza en el 2018, solo
mencionarán el año en que fueron terminados. “Las obras públicas son del país,
y no de un gobierno o funcionario en particular”, dijo Solís después de firmar
el decreto. “El culto a la imagen del
presidente se acabó, por lo menos durante mi gobierno”. ¿Por qué, una
noticia así, sorprende? ¿Acaso no debería ser la constante?
El ministro de la Presidencia de Costa
Rica, Melvin Jiménez, dijo a Oppenheimer que la decisión fue parte de la
plataforma de la campaña de Solís. “No hay motivo para poner el nombre del
presidente en ninguna obra pública, porque las obras públicas son pagadas por
el pueblo de Costa Rica, con sus impuestos” (….)
¡Qué diferencia con lo que estamos
viendo en otros países latinoamericanos!. En varios países de la región, los
presidentes usan buena parte de su tiempo y recursos estatales en campañas de
auto-glorificación, en muchos casos para tratar de eternizarse en el poder.
Mi opinión, dice Oppenheimer: Costa Rica
le ha metido un gol al culto a la personalidad en Latinoamérica. Tal como bien
dijo el presidente costarricense, las obras públicas se financian con dinero de
los contribuyentes, que encargan a sus presidentes la administración y
ejecución de las obras.
Hoy, 14 de mayo, en Paraguay
se festeja 204 años de “vida independiente”, ¿no podría el presidente, gobernadores, intendentes y demás “servidores
públicos” adoptar tan patriótico, urgente, justo y necesario ejemplo?
El
culto al “YO” es una enfermedad que no duele, todo lo contrario, agrada. En este caos establecido, en el
que todo se devalúa, ¡qué bueno sería devaluar de ese "síndrome de
diocesillo" que todos – políticos funcionarios públicos, profesores, empresarios,
periodistas, atletas, etc - en alguna medida sufrimos!.
Prolongados aplausos y
de pie a Costa Rica y a quienes hagan lo mismo. En tu aniversario…¡Salud
Paraguay!.
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