PENSAMIENTOS
DESTRUCTIVOS
Expertos dicen que hay dos tipos de preocupaciones: la destructiva y la constructiva. La primera es repetitiva, persistente y obsesiva, Puede centrarse en un hecho del pasado que no puede alterarse, como del futuro, siempre incierto. Sería preocupación inútil.
En cambio,
la preocupación constructiva es racional, debido a que es necesario planear acciones
futuras y “prever” eventuales contratiempos. Así las cosas, la preocupación constructiva
se centra en las posibles soluciones más que en los problemas. Es - con otras palabras
- elaborar un plan de acción.
El
psiquiatra Adolf Meyer, quien acuñó el
término Higiene Mental, dice: que es la ciencia
y arte
de conservar y aumentar la salud mental que incluye todas las medidas
concebidas para prevenir el trastorno mental y para mejorar el ajuste
psicológico de los individuos, así como su capacidad para mantener una
armoniosa relación de grupo.
Nadie mentalmente sano se halla del todo
libre de ansiedad o de sentimientos de culpa, pero no se aplasta por ello. El individuo
es capaz de afrontar los problemas usuales con la suficiente confianza que se
requiere y suele resolverlos sin daño a su estructura personal. Por ello, se nos sugieren algunas útiles normas de higiene mental:
(a) Buscar la autorrealización, trabajar
hacia metas accesibles. (b) Practicar la tolerancia. (c) Reconocer que todos
tenemos limitaciones. (d) No luchar contra la realidad, porque hacerlo equivale
a sufrir un colapso mental. (e) Aprovechar
las propias facultades y desarrollarlos. (f) No tratar de triunfar en el campo
donde no se está dotado. (g) No buscar ser superiores a los otros; pero sí,
perseguir la intención y acción de ser superior a nuestro propio “yo”.
Todos pasamos distintas dificultades, y
no solo con problemas financieros o físicos, a veces son otro tipo de
conflictos, como por ejemplo malos entendidos que generan mucha ansiedad, o
palabras violentas, muy hirientes que han soltado sobre nosotros, que duelen y
hacen sangrar nuestra alma.
Otros padecen temores, confusiones,
culpa, intimidaciones, traiciones, fracasos, estafas y opresiones de todo tipo.
Nadie está exento de atravesar alguna situación estresante y dolorosa. Pero el
Señor Jesúa es nuestro consolador y quién nos librará de todas ellas, quién nos
ayudará a salir de los problemas.
Dejemos que Dios tome nuestra ansiedad,
no nos dejemos llevar por impulsos emocionales desbordados, violentos, enojos,
iras, no pensemos, ni decidamos en la marea emocional alta. Dios es paz, es
perdón, es amor. (cfr. 1ª Pedro 5:7)
Concentrémonos en la solución y no en el
problema. Hay solución eficaz para todo, es posible vivir en paz. Hay soluciones
y alternativas posibles. No seamos obstinados. Resistamos a los pensamientos
negativos y fatales.
No saquemos apresuradas conclusiones de
aquello de lo que todavía no se ha podido comprobar. Mantengamos la calma y no
actuemos por rencor u odio. Mejor es hacer nuestra las promesas de Dios. «Él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su
rebaño» (Sal
103).
¿Qué más podemos desear?
.
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