¡¡ES COMO CORRER A TODA VELOCIDAD HACIA NINGÚN LADO!!
Nadie duda que aferrarse a la vida es
deseo de todo mortal. ¡Nadie quiere morir! Por tanto, contadísimos humanos
modernos afrontan la muerte con naturalidad. Es innegable que existe una
clarísima tendencia de no aceptar la muerte, en la misma proporción desbordada,
que se da culto a la vida. Luego, repugna la idea de morir, menos aún, morir en
soledad y con sufrimiento añadido.
¿Quién deseará morir ante el avance y
gloria de la tecnología y la ciencia que sugiere vida repleta de comodidades y
seguridad, que favorece el culto por la eterna juventud o el culto al cuerpo?. Así
las cosas, el homo sapiens busca corre
de la muerte, en vez de afrontarla con naturalidad. La medicina aporta lo suyo
para alargar la esperanza de vida y retrasar la muerte.
Lucha por vencer a la muerte con
técnicas avanzadas de crionización, que resultan tan
inciertas y antinaturales. ¡Qué tontería…. pretender burlar a la muerte cuando
todos saben que llegará el día que tendrán que morir! Absurdo querer evitar
algo inevitable. Y peor todavía temer a la muerte toda la vida de modo
irracional.
“La criogenización es un método por
el cual se somete a una persona (o
animal) a condiciones de frío intenso con el objetivo de
preservar su cuerpo en condiciones para ser reanimado en el futuro. El término
correcto para este proceso es criopreservar”
¿Y por qué querríamos ser
criopreservados?... Porque se espera que la ciencia encuentre cura para muchas
de las enfermedades que hoy día son terminales. Se espera en un futuro no muy lejano puedan
regenerar células y tejidos que hoy día son irreparables. Con palabras
sencillas: Me hago congelar, porque mientras me congelo, engaño a la muerte,
esperando que la ciencia logre resucitarme y así vencer a la muerte. ¡Ajepa ñande vyroitéma ningó!
Otras personas creen
en la reencarnación, si la reencarnación existiese (particularmente pediría nacer en algún lugar decente) y tendría la
ocasión de vivir de forma diferente… Otros dicen… después de la muerte Nada. Si
la muerte condujese a la nada, entonces podríamos vivir el Carpe diem y
entonces, ¿para qué preocuparse?: “Comamos y bebamos, total mañana moriremos” (cfr.
1 Cor. 15:32).
Pero, meditemos
lo que afirma la Biblia. Ella nos habla con una autoridad y sencillez que
derriba todos nuestros pobres razonamientos: “Está establecido para los hombres
que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (cfr. Hebreos 9:27).
Cristo nos dice cómo escapar del juicio. “El que oye mi palabra y cree en el que me
envió, tiene vida eterna y no será condenado, pues ha pasado de muerte a vida”
(cfr. Juan 5:24).
Nos recuerda el P. Mariano de Blás (Catholic.net): Nadie de nosotros tenemos escrito en
nuestra agenda, “tal día es la fecha de mi muerte y la semana anterior
debo de arreglar mis asuntos, despedirme de mis familiares, para morir
cristianamente”. No es de inteligentes pensar que podemos esperar hasta
el último minuto para ocuparse de un asunto tan serio y que tiene que ver con
nuestra eternidad, pues probablemente sea demasiado tarde.
Vamos a considerar la muerte como maestra de vida, vamos a decirle que
nos enseñe a vivir: será una maestra severa, pero nos dice la verdad. Aunque
sólo fuera para que no nos ocurra aquello de: “Cuando pude cambiar todo,
arreglar todo, no quise hacerlo; y ahora que quiero, ya no puedo”
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