¡Importa sí, que lo que digan, no sea verdad!
Es sabido que no siempre se habla con la verdad sobre el prójimo. Menos todavía, comportarse, conforme con lo que se piensa. Se lee en Eclo 20-26: “La mentira es un defecto infame en el hombre”.
Dice el P. Antonio Rivero: Este mandamiento está vigente, aunque se diga: “Hoy ya no es posible vivir sin mentira, no es posible hacer política y negocios sin mentir” “No dirás falso testimonio ni Mentirás” Está prohibido falsear la verdad en el trato con los otros.
El octavo mandamiento salvaguarda el honor y la fama. Calumniar es un puñal con distintos tipos de hoja, pero el mango siempre es el mismo: la mentira. Cristo dio testimonio de la verdad. “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14, 6).
También mentimos cuando decimos amar a
Dios, y sólo nos amamos a nosotros mismos. Mentimos cuando justificamos
nuestros pequeños o grandes robos.
No se puede evitar las calumnias. Luego, nada importa lo que “digan”. Sí, depende de cada uno, hacer caso a “lo que dicen”, y permitir que nos hagan sentir mal. Porque, “Nadie tiene poder de hacerte sentir mal sin tu consentimiento”.
Es vital entender que ese poder está en
nosotros, ya que no todas las críticas son ciertas. Mucha gente habla sin
conocer a quien critica. Otros hablan con el único fin de dañar. ¡Dejar
que esas críticas nos hagan mal, es aceptar que no nos queremos!
Dejar que las mentiras nos desgarren, es dar a gente falsa y embustera, poder ilegítimo.
San Bernardo decía: la lengua es aguda lanza; con un solo golpe atraviesa a tres personas: a la que habla, a la que escucha y a la tercera de quien se habla. ¡Cuánto destrozo causamos con la lengua, si usamos para el mal!
Este mandamiento es para todos, pero especialmente para quienes están en los medios de comunicación social, en el campo político; gobernantes o candidatos que se postulan para algún cargo público. ¡No deben manipular ni mentir!
“Todos pecaron y están lejos de la gloria de Dios. Pero, Dios, por su gracia, gratuitamente, los hace justos, mediante la redención que realizó Cristo Jesús” (Romanos 3:23-24)
Si nos decimos cristianos y Cristo es la Verdad… ¡anivena ñande japu lo'mitâ!
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