¡Re ñemo filósofo jeýma hina!
Un problema básico que debemos resolver ya, es “la comprensión de conceptos”. Parece que no entendemos lo que oímos o decimos. Exagerando un poco, un ejemplo: ¿De dónde eres y cuál es tu nombre? Luego de un titubeo, el indagado dirá: ¡repetímena la pregunta!
Los expertos dicen que concepto, es una idea formada por el intelecto-entendimiento. Es un pensamiento que se expresa mediante palabras: “Mi concepto de autoridad es muy diferente al tuyo”. “No tengo claro el concepto de moral personal”.
Lo mismo ocurre con el término filosofía. Esta, no solo analiza temas personales, también estudia sucesos y problemas humanos. Todo humano piensa, medita, calcula: eso es filosofía. Luego, todos filosofamos. Otra cosa es el título de ¡Dr. o Lic, en filosofía!
Un ejemplo de filosofar es cuando tratamos de entender lo que pasa en nuestro pobre país. Preguntamos, discutimos o somos críticos ante esta o aquella situación.
Jaime Rubio Hancock, periodista, da 4 ejemplos útiles de filosofía para la vida diaria. Nos ayuda a ver el mundo de forma diferente. Desde cómo ayudar a los demás hasta cómo enfrentarnos a la muerte o si debemos tuitear enojados.
El pensamiento crítico
y las herramientas que proporciona la filosofía -el pensar- ayuda a tomar
decisiones meditadas:
a. ¿Cómo puedo ayudar a más gente? Supongamos que quieres donar dinero a alguna ONG. ¿Cuál deberías escoger? ¿Una cuyo nombre te suene? ¿Alguna que esté trabajando en el terreno de catástrofe? ¿O quizás otra que trabaje en tu ciudad?...
b. ¿Debo unirme a la polémica del día en Twitter? Como suele suceder en estos casos, a los pocos segundos ya estás enojadísimo con alguien que dijo una barbaridad y tienes ganas de decirle cosas bien claras…
c. ¿A quién votar? Un voto puede marcar diferencia, por lo que hay que tomarse esta decisión con responsabilidad. Por ejemplo, ¿queremos ayudar a crear una sociedad más equitativa o preferimos seguir igual…?
d. ¿Cómo debo enfrentarme a la muerte? ¿Esto importa? Al fin y al cabo,
nuestras vidas son muy cortas como para que un puñado de votos, unos tuits o una
donación de vez en cuando supongan un cambio significativo.
Las ciencias no nos enseñan el valor de la humanidad. Por eso hay que filosofar, hay que reflexionar sobre lo que sabemos, vivimos, queremos y por qué.
Desde el momento en que nos planteamos esta pregunta y desde que intentamos responder a ella con seriedad, ya estamos filosofando. También filosofamos bien o mal, cuando nos preguntamos por el mundo, por la felicidad, por la justicia, por la libertad, por la muerte.
¿Quién renuncia a hacerlo? El ser humano es un animal filosofante, sólo puede renunciar a la filosofía renunciando a una parte de su humanidad.
“Es mejor ser un Sócrates desgraciado que un cerdo dichoso; un Sócrates desgraciado que un tonto dichoso” (John Stuart Mill, filósofo, político y economista británico 1806-1873)
“Y si el imbécil o
el cerdo son de una opinión distinta, es porque sólo conocen un lado del
asunto: el suyo. La otra parte, para poder comparar, conoce ambos lados”.
El humano tiene capacidad mental que, entre otras cosas, es capaz de razonar, planificar, resolver problemas, pensar, comprender ideas complejas, aprender de la experiencia: eso es filosofar, es decir, pensar… nada más, nada menos. ¡Y todo lo demás…es viruta!
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