¡Fortalecer la Voluntad para disciplinar la Conducta!
La mente-intelecto. Los expertos dicen
que el propósito de cultivar la mente, es la educación en la
compasión y el altruismo en diversos ámbitos de la sociedad, en las
organizaciones. Ejercitar aptitudes en la amistad, las artes,
en el conocimiento (estudio).
El intelectual cultiva el intelecto de manera constante con lecturas, lo ejercita con análisis de la vida y la realidad, lo mantiene activo con discusiones de altura. Cualquiera tiene un título o diploma; pero no cualquiera lo puede dignificar.
Ennoblece un título quien actúa con humildad, sin alardear, con recta firmeza. Es decir, sin pedantería academicista, tan común en el universitario medio, o medio universitario.
Quien cultiva la mente, usa digno lenguaje, no miente; respeta. De nadie se burla. No dice todo lo que piensa, pero sí, piensa todo lo que dice; es tolerante. Quien logró un título sin cultivar su mente, se pavonea y lo usa como carta de presentación.
La voluntad es el impulso interno que vence trabas y logra metas. No nacemos con ella. Lo aumentamos y reforzamos si sabemos en qué consiste y por qué. Se supera dificultades si queremos: Ej. “Con fuerza de voluntad, dejé el vicio de fumar”.
Tener voluntad, es conocer la capacidad y energía que poseemos para controlar los deseos y conductas, dirigir nuestros pasos hacia donde la inteligencia nos indica. Es decir, llevar a cabo acciones claras, definidas y concretas, basadas en sanos deseos.
Pensemos: Si el terrícola no tiene fuerza de voluntad y se dejara llevar sólo por sus deseos, comerían, beberían o fumarían hasta enfermar o morir. Insultarían o matarían a cualquiera con quien se enoje, y vivirían peleándose con “todo mundo”.
En algún momento, todos deseamos dar su merecido a alguien. Y, pudimos controlarnos mediante la fuerza de voluntad. Significa que podemos aprender a controlar malos deseos, si activamos el intelecto y la autoestima. ¡Hay casos que no valen la pena nuestro enojo!.
Disciplinar. El DRAE dice que disciplinar es encaminar, guiar, reglar, organizar, ordenar, Ej: El nuevo director se propuso disciplinar al grupo. Poner disciplina es guiar conductas. Disciplinar no es, precisamente, castigar.
Disciplinar la conducta sería: Que la corrupción y el engaño ya no sean parte del sistema. Que la “filosofía de la prosperidad”, cultuada por muchos “servidores públicos”, ya no fabrique nuevos ricos por atajos del fraude, dolo, pillaje, rapiña, saqueo, estafa, etc.
Disciplinar la conducta sería: recuperar la confianza en los políticos y en la democracia, hoy por el suelo, debido a escándalos de corrupción, realidad más dolorosamente palpable en pandemia.
Disciplinar la conducta sería: Qué ya no seamos para el sistema imperante, solo números, un engranaje, objeto sin valor humano, pero si con valor comercial: tanto tienes, tanto vales. Somos gigantes en lo tecnológico, pero pigmeos en valores morales y espirituales.
No se cambia el país cacareando democracia, si cada vez más, nos hunden en la desgracia. Tampoco se cambia rumiando con dientes apretados contra los políticos, tomando cerveza en casa, debe trabajarse la calle, la oficina, el campo, la escuela, el yo, el tú y el nosotros…
“Hacer política” es participar en el bien común, regenerar lo de-generado, intentar ajustar lo desajustado, poner justicia donde hay injusticia, dirá C. Díaz-Hombre animal no fijado.
Urge una transformación de gobernantes y gobernados. Caridad con el próximo, oración y penitencia por nuestros pecados, austeridad de vida, compromiso con nuestros deberes y apostolado, es decir, buscar santidad de vida, como se pide a los cristianos (Mt 5, 48).
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