¿No te resulta familiar este diálogo entre un modesto escritor y un cuasi-lector?
Amigo: ¡Hola! ¿Mba é tekó pio chera á…cómo te va?
Autor: Bien, muy bien… ¿iporâ…ha nde… y vos?
Amigo: ¡Qué capo!...Me enteré que
presentaste un nuevo libro…Te felicito.
Autor: Gracias.
Amigo: ¿Dónde puedo adquirir un
ejemplar?
Autor: Lo tengo aquí mismo.
Amigo: ¡Quiero…pero que sea con una dedicatoria!.
Meses después...
Autor: Y… ¿cuál es tu opinión sobre el
libro?
Amigo: ¡Ndéerana, amigo! La verdad, no leí todavía. Es que…vino “nió” mi prima kurí, vio el libro… le gustó masiado loo el título...y llevó…hasta ahora no me devuelve. ¡Qué bárbaro! Con razón se dice loo: ¡no hay que prestar dinero ni libro...no te devuelven!...pero seguro... le reclamaré cuando venga.
“El pobre escritor nunca tuvo la satisfacción de dialogar sobre el contenido del libro con su “amigo”, quien no pudo emitir, al menos, un juicio crítico”. ¡Prefiero una crítica antes que un cruel silencio!
Pocas son las personas que buscan en el libro un amigo con quien “hablar”. Un simple: “Me gusta; No me gusta”, podría haber dicho…si lo hubiese leído. Pero como dice el fecundo escritor Carlos Díaz H.:
“Ya depende de la estupidez del autor no
correspondido, volver a regalar el siguiente libro”, y como suele haber un
sentimental en cada escritor (aunque no sea bueno), este volverá a la misma
pregunta: ¿Qué opinión te mereció el
libro?... ¿Lo leíste?
“Hay quien escribe por oficio o profesión, y quien lo hace porque le gusta -aquel que tiene vocación de escritor, este escribe por vocación, cosa aparentemente igual, pero disímil en lo profundo”. (cf. Carlos Díaz-Intensamente Cotidianamente, p 12).
En nuestra sociedad hoy, tener un libro en
la mano es una señal de ser inteligentes. Y si nos pusiéramos a leerlo,
sencillamente, sería una extraordinaria hazaña. Así te invito a leer un libro, por tres simples “porqués”, al decir del Dr.
Carlos Villagra M.
1º. Porque puede deleitar: El que lee, mentalmente mantiene un “diálogo” con el autor. Concuerda con su pensamiento o disiente de él. Lo admira o lo rechaza.
2º. Porque puede enseñar. Toda lectura, cualquier
libro, por modesto que sea…enseña. Por lo tanto, algo se aprende.
3º. Porque puede transformar. Si la lectura supone un diálogo que gusta o disgusta…se aprende y si se aprende, algo se cambia; una actitud, un modo de hablar. Quizá, enseñe a no ser, no actuar y no hablar tan mal -si fuera el caso- como el escritor a quien está leyendo.
Las debilidades y carencias que el lector descubre en la persona del autor también enseñan a no caer en los mismos errores. Por consiguiente, una lectura puede transformar.
Luego, no seas igual a mí, quien pide libros y nunca lee. Porque quien lee aprende; quien aprende critica; y quien critica sin envidia, ayuda; y quien ayuda…es ayudado por Dios.
Un libro, cualquier libro que empieces a leer, lee hasta el final. Te aseguro que descubrirás no haber perdido tu tiempo. Entonces: ¡Hacé lo posible por ser mejor que yo!
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