martes, 30 de diciembre de 2014

DIVORCIO: ROTURA y DESTRUCCIÓN

¡SINIESTRA ENFERMEDAD CONTAGIOSA!

En Paraguay, diputados aprueban proyecto del Divorcio Express. Sobre el punto, el diputado Oscar Tuma dijo que, “anteriormente, se tenía que esperar 300 días para que una persona divorciada pueda contraer nuevamente matrimonio, lo cual, consideró, un atentado contra la familia”. ¡Ña ñecompletáma katú lo mità!

"Con esta nueva normativa, se puede contraer matrimonio mientras dure la disolución conyugal", dijo. Esto será beneficioso para la familia, eliminará las controversias innecesarias y puede fortalecer la relación entre los padres divorciados. Por un lado, el matrimonio es una decisión personal que no requiere mucha burocracia. Por el otro, el divorcio, que también es una decisión personal, requiere trámites excesivamente largos, burocráticos y costosos; y no debería ser así", argumentó el congresista.

Todo divorcio equivale a la muerte de una parte de la civilización, porque el divorcio es sí es consecuencia de conflicto entre cónyuges heridos. Divorciarse es repudiar a los hijos, al cónyuge, a sí mismo y a Dios.

Las investigaciones demuestran hijos provenientes de familias rotas tienen dificultades para formar familia estable, mantener empleo fijo o tener relaciones íntimas duraderas. ¿Cómo puede un padre o una madre decir que ama a sus hijos y al mismo tiempo los condena a las consecuencias terribles del abandono, del divorcio? ¿Cómo puede una persona que se dice cristiana hacer algo que Dios aborrece y condena?

¿Cómo es posible mirar a los ojos de los niños y explicarles que uno se va de casa sabiendo que ello supone mutilar la familia y trastornar su porvenir? ¿Se puede salir ileso o victorioso de un divorcio? ¿No se desmorona emocionalmente quién pasa por esa experiencia? ¿El divorcio acaso o es traición a los miembros de la familia y a la promesa de vivir juntos, en la alegría y en la tristeza hasta que la muerte los separe?

Dice el nicaragüense Luis Enrique Rodríguez: “Nuestras autoridades de salud están alarmadas por las epidemias que constantemente asuelan a nuestro país. Sin embargo existe una epidemia silenciosa, que está dejando numerosas víctimas y nadie dice nada, es invisible al ojo humano, pero está afectando a la presente generación y a la próxima.

Esta epidemia no la produce el mosquito, ni las ratas, sino el egoísmo del corazón de los seres humanos, y es el divorcio. Nunca sale ilesa la familia que vive esta traumática separación, aun cuando esta sea “amistosa”, los daños son evidentes en el corazón de quienes la viven.

No se ignora las penosas consecuencias de un divorcio, aunque se disfrace. Afirma el P. Jorge Loring: El tema del divorcio está hoy sobre el tapete, unos a favor y otros en contra. Quisiera poner mi granito de arena para aclarar ideas. Mi afirmación es rotunda: el divorcio no es solución.

Primero porque Cristo lo prohíbe en el Evangelio. Si fuera bueno, Cristo no lo prohibiría, porque la doctrina de Cristo no es para molestarnos, sino para nuestro bien. Dice Cristo: «El casado que se va con otra, es un adúltero. Y la casada que se va con otro, es una adúltera». Y el adulterio se castigaba con la pena de muerte, es decir, era una falta muy grave.

La cuestión es optar. Se opta por libertad, no por derecho…en este caso. Cada quien verá si hace lo que quiere o lo que debe. Los diputados - en general - no tienen talla moral para decir lo contrario a la ley natural.

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