¿GROSERA OPULENCIA O
NAVIDAD CRISTIANA?
Decíamos en el anterior artículo que celebrar Navidad sin Jesús, es tan incongruente como escribir sin palabras, cantar sin melodía, pintar sin trazos... es sentarse a la mesa en un banquete de platos vacíos….
Pero,
parece mentira que los hombres somos capaces de adulterar todo. Menos mal que
también somos capaces de darnos cuenta y rectificar y que estas fiestas Navideñas
más razonables, debido a que habíamos llegado a un frenesí de gastos y de
consumo que consumía: ¡ridículo!,
Sin dejar regalos, tantas
comidas y cenas, tanto despilfarro, hagamos que este año nuestra Navidad sea más
razonable, más verdaderas, menos discriminatorias. Podemos y debemos distanciarnos
de lo que no está conforme con nuestra fe, nuestra manera de ver las cosas y de
organizar nuestra vida, es decir, podríamos ayunar de los dictados del “dogma
social” que impone el consumismo.
Ejemplo:. ¿Cómo deberíamos
celebrar la Navidad los cristianos?. Ante todo, tenemos que dedicar un
tiempo a pensar y meditar cuál
es la “verdad de la Navidad” hasta
que nos sintamos sobrecogidos por el asombro,
la gratitud
y gozo.
Es una pena que tantos cristianos desprecien la Misa de Navidad.
Debiera asombrarnos que Jesús, una
persona divina se hace hombre en el seno de María… viene para vencer
el poder del mal y alcanzarnos el perdón de los pecados. Jesús es la clave para
construir un mundo nuevo, verdadero, justo, fraterno, con la fuerza
del amor y la fortaleza de la esperanza. ¿No son acaso, valores que
todos anhelamos, o decimos anhelar?
¿Cómo no estar feliz ante la mega
noticia que Jesús, Rey de reyes y Señor de señores se “vacío” de su condición
divina para hacerse uno igual a nosotros – menos en el pecado. Y acompañarnos
hasta el fin de los tiempos?
Porque así lo creemos,
necesitamos festejarlo, dejando otras preocupaciones y nos centramos en este
recuerdo, disfrutamos de esta situación maravillosa, nos sentimos protegidos
por su presencia, nos alegramos, damos gracias, intentamos acomodar nuestra vida
a esta verdad fundamental.
Por eso, rezar,
alegrarnos
y
agradecer, fortalecerá nuestra fe y ajustar nuestra vida a la verdad de
Dios, es decir, abandonar nuestro “hombre viejo y viciado” para
convertirnos al amor y a la esperanza, cantar y anunciar la bondad de Dios con
nosotros, ésa es la manera cristiana de celebrar la Navidad.
Quien así festeja la
navidad encontrará alegría verdadera, amor y paz, para compartir y disfrutando de otras tantas
bendiciones, junto con nuestros seres queridos, parientes y amigos, recordando
a los necesitados, haciendo un lugar en nuestra vida excluidos, haciendo que
este mundo, siquiera por unas horas, se parezca al mundo nuevo, edificado en la
verdad del amor, que comenzó con Jesucristo y que llegará a su consumación.
Feliz
Nochebuena para todos. Paz
y Alegría para este mundo bendecido por el Padre Dios con el don de su Hijo
Jesucristo, dirá Mons. Fernando Sebastián
Aguilar, Arzobispo emético de Pamplona.
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