PRINCIPALMENTE, EDUCAR
“LA LIBERTAD”
Educarse
ya es una tarea ciclópea, pero educarse en libertad y la libertad, lo es más
aún. ¿Por qué? Simple: Porque el concepto libertad
es incomprendido o, prostituido. ¿Acaso se educa hoy para promover el respeto y
promoción de la libertad ajena?
¿Cuántos utilizan
el término libertad sólo como oropel para ser escuchado en cualquier
lugar, y sobre todo en cualquier tarima kachiái?. Solamente la persona
humana es libre; y ser persona humana significa capacidad de entender
y de querer. La enseñanza del Evangelio de hoy puede iluminar esta
idea:
(Mt,
1-18-24): “La generación de Jesucristo
fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de
empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo.
Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió
repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le
apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas tomar contigo
a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo.
Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre
Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados." Todo esto sucedió
para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: Ved que la
virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que
traducido significa: "Dios con nosotros." Despertado José del sueño,
hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer”.
Cuando
José se encontró frente al misterio en la persona de su prometida, el problema
que le angustiaba no fue un problema de amor o de confianza. Sino fue un
problema de justicia y de discreción. La justicia de José consistió sin duda en
que no quería encubrir con su nombre a un niño cuyo origen ignoraba.
Pero, convencido
de la virtud de María, se negó a entregar al riguroso procedimiento de la Ley
este misterio que no comprendía. Y en esa situación juzgó más oportuno
retirarse, sin pronunciar ningún juicio sobre María. José había sufrido,
buscado, encontrado y resuelto lo que tenía que hacer, cuando escuchó al Ángel.
A José, como a nosotros, Dios no envía su ángel para dispensarnos de luchar o
de reflexionar.
Y José no se obstina en pensar como debería ser las cosas y costumbres
según el “dogma social” de aquella época. Tuvo amplitud de espíritu, entendió y quiso hacer libremente lo que debía hacer. José había
educado la libertad para promover el respeto y promoción de la libertad
ajena, es este caso, de María.
Por eso Mateo
llama a José el justo. ¿Por qué?: A) Porque, la protegió de disolver el matrimonio, siendo benigno con María, evitó cumplir el rigor de la ley. B) Porque,
al comprobar que Dios tiene un proyecto “misterioso” con María, decide respetar
el plan divino y retirarse. “Justo” es el que acepta el plan de Dios, aun sin
conocerlo y con sus dudas. La confianza -con fe - está por encima de lo que no se
comprende.
“Convivir no es sólo vivir-con, junto a, sino compartir valores como el respeto de la libertad
del otro, porque la actitud del cuidado hacia el hombre y lo humano, es característica
del hombre libre”. (cfr. José María Barrio – Elementos de Antropología
Pedagógica, p. 236).
¡Que el ejemplo de San José nos ayude a vivir sana y libremente nuestra existencia temporal!
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