sábado, 30 de enero de 2021

SEAMOS LO QUE QUEREMOS SER...

 ¡No lo que otros quieren que seamos!

Servir al pobre es dar un préstamo al Señor: “Porque tuve hambre y me diste de comer; tuve sed y me diste de beber; fui forastero y me alojaste en tu casa; estuve desnudo y me vestiste; enfermo y en prisión, y me visitaste” (Mt 25, 35-43). 

Servir o agradar, no es opresión masoquista, ¡solo para complacer a todos en todo! Servir y agradar a los padres, al cónyuge, al amigo, al necesitado….está bien, siempre y cuando no sea por y para algo ilícito. 

Esto es, no matar la honestidad ni la libertad por dar gusto a personas falsas. “Yo no busco la aprobación de los hombres, sino de Dios. No busco estar bien con los hombres. ¡Si quisiera quedar bien con los hombres, ya no sería un siervo de Cristo! (Gal.1:10) 

El ser uno mismo supone quererse y valorarse en su justa medida. Cada persona es única e irrepetible, alguien especial. Entonces, aunque nos consideren comunes, somos para el Creador, lo que somos y lo que por vocación, estamos llamados a ser. 

Si quiero ser mejor alumno, lo seré, si me propongo. Es decir, si hago algo porque quiero, no importa lo que otros piensen o digan, que lo que hago, está bien o mal. 

Tenemos que enfocarnos en lo que somos, en lo que queremos ser y, omitir el qué dirán, porque, “todo lo que hagamos, siempre será criticado, positiva o negativamente”. 

No es más valioso ser lo que otros quieran que seamos. Cada uno moldea su vida. Oigamos a Albert Einstein: “Somos arquitectos de nuestro propio destino”. Y otro refrán dice: No cambies para agradar a la gente, sé tú mismo y la gente correcta te querrá”.

Tampoco podemos respirar por bronquios ajenos, es decir, no podemos vivir la vida de los otros. La vida está llena de problemas y no siempre logramos lo que queremos, pero nadie puede vivir por nosotros o viceversa. Sí, es bueno demostrar empatía. 

Vivimos en medio de la gente. Nos comentan sus sueños y fracasos, y queremos remediar. Los acompañamos con palabras de consuelo, y ayudando en lo que está a nuestro alcance. Pero, no podemos hacernos cargo de ciertos fracasos. Un claro ejemplo: 

Si quise ser astronauta y no pude, no es obligación de mi hijo cumplir ese anhelo. Luego preguntar: ¿Estoy donde quiero y hago lo que deseo, estoy satisfecho? Si la respuesta es no, entonces, Seamos lo que queremos, no será fácil pero sí alentador. 

Un elemento de la felicidad es ser honesto con uno mismo, viviendo con convicción. Estamos en un mundo lleno de pautas que nos imponen qué debemos ser, lucir, hablar o actuar de este o aquel modo. 

Ya no pensar en lo que debería ser o hacer. Todos vivimos con nuestra propia “mochila” y esta no siempre es tan liviana como nos gustaría. Entonces, no nos preocupemos si los otros nos rechazan. 

Las personas que nos quieren y que de verdad importan, seguirán con nosotros, a pesar de nuestros defectos. El resto no nos aceptará por mucho que lo intentemos. Es vital ser auténticos y compasivos. Y no intentemos cambiar a los demás solo para sentirnos bien.

Conclusión: ¡Aprendamos a hacer lo que debemos hacer y ser lo que debemos ser!

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