En aquel tiempo, el rey Herodes se enteró de todos los prodigios que Jesús hacía y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado; otros, que había regresado Elías, y otros, que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.
Herodes decía: “A Juan lo mandé decapitar. ¿Quién será, pues, éste del que oigo cosas semejantes?” Y tenía curiosidad de ver a Jesús. (Lc. 9,7-9) El evangelio narra cómo Herodes estaba interesado en conocer a Jesús.
Herodes “oyó” el anuncio de los hechos de Jesús anunciado por los discípulos; entonces, buscaba “ver” a Jesús y se preguntaba: ¿Quién será, éste del que oigo semejantes cosas?
Sin embargo, se nota que el interés de
Herodes por Jesús, responde a una curiosidad.
Así, su pregunta, ¿Quién es éste?, es el principio del interrogatorio que Jesús mismo está a punto de hacerles a sus discípulos y que llevará a Pedro a hacer su confesión de fe.
Herodes el Grande", fue rey de Judea que gobernó el territorio con la aprobación romana. La Biblia describe a Herodes como un monstruo que intentó matar al niño Jesús y, cuando no pudo encontrarlo, mató a todos los bebés en Belén.
Los historiadores le consideran uno de los personajes más despreciables de la historia. Fue un rey brutal, caprichoso, paranoico, supersticioso y cruel.
Aupado al trono de Judea con apoyo de los romanos, Herodes se entregó a una vida de placeres e intrigas. Ofendió a los judíos más piadosos, reunidos en el templo de Jerusalén.
Se destacó por su eficaz gestión administrativa, por el lustre que dio a Judea, por grandes obras como la reconstrucción del templo de Jerusalén, e incluso por gestos humanitarios como el reparto de grano, comprado de su propio peculio, en una terrible hambruna.
Pero no supo, o no pudo, conquistar el corazón de sus súbditos judíos: para ellos fue siempre una piedra de escándalo y un motivo de rencor.
Polígamo y criminal. La vida privada del rey era, además, un ejemplo de lujuria, crueldad y perversión. Sus muchas mujeres y concubinas fueron, sin duda, motivo de repulsa. Herodes tuvo nueve o diez esposas.
El que un monarca fuera polígamo podría parecer que no era motivo de escándalo para los judíos en general, ya que en las Sagradas Escrituras veían ejemplos de reyes de Israel que poseían harenes.
Entre los esenios y la mayoría de los fariseos, tener una única esposa era doctrina común. Por tanto, la poligamia de Herodes era escandalosa. La familia del rey era también motivo de escándalo por las intrigas palaciegas.
El excesivo número de concubinas era muy mal visto entre los judíos, pues se recordaba que incluso un buen monarca, pero dado al sexo, como Salomón al final de su vida, era una persona alejada de Dios y de su Ley.
La familia del rey era también motivo de escándalo, intrigas palaciegas, en complots contra su persona o su gobierno, maquinaciones fundadas o simplemente imaginadas por la temerosa fantasía del rey, pero que hicieron correr sangre en abundancia.
Herodes se alegra ante la posibilidad de ver a Jesús. No para ayudarlo o esté interesado en averiguar si lo que se dice contra él es cierto, sino por simple curiosidad y porque espera “verlo hacer algún milagro” (Lc 23:8). Jesús se niega a satisfacer su curiosidad.
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