Reflexión
Por considerar de utilidad, tomo parte del escrito de Bartolomé Sorge, doctor en Teología, para reflexionar sobre el angustiante tema de la violencia. Ésta se ha apoderado desde siempre como una trágica realidad en la historia humana. Pero contentarse sólo con conocer este hecho y no hacer nada para enfrentarla, es tan malo como el mismo mal.
La novedad más destacada es que la violencia se ha convertido en un instrumento de lucha electoralista y no pocas veces "justificada" cuando se lleva a cabo por motivos políticos. Y nada se diga cuando personas que roban y matan, una vez detenidas, se declaran "perseguidos políticos", intentado ennoblecer el crimen, encaminándola hacia una "motivación política".
¿Entendemos cabalmente el significado de violencia? La violencia en nuestros días es ciega, sorda y sin rostro, para unos. Para otros, "algo normal". Unos dicen, la violencia está en todo y en todas partes: en la familia, en la escuela, en la sociedad, en el Estado, en la Iglesia.
Para éstos, la violencia es todo ejercicio de autoridad de los padres sobre sus hijos, del profesor sobre el alumno, del patrón sobre el trabajador, del Estado cuando exige el cumplimiento de las leyes, de la Iglesia cuando pretende poner límites morales.
Otros, se detienen en aspectos más evidentes como la violencia intrafamiliar, secuestros con fines extorsivos, heridas y homicidios contra personas para arrancarles un bolso o celular, atracos a domicilios, brutalidad de los "hinchas" durante y después de un partido de fútbol, de manifestaciones callejeras, y de encarnizadas rivalidades entre estudiantes de colegios.
También, una forma clarísima de violencia oculta es la empleada por medios de comunicación social, que no sólo imponen psicológicamente con la publicidad determinados productos influyendo así en la producción y el mercado; imponen ideas y modos de pensar contrarios a la verdad o conductas nocivas para un auténtico desarrollo de la persona.
Así las cosas, tenemos que soportar violentos atropellos con que ingresan a nuestros hogares novelas de mal gusto, esoterismo y otros programas basura, faltos de decencia, que no son sino pornografía barata disfrazada de entretenimiento.
No pocas de éstas, aparentes programas infantiles, con elevada dosis de erotismo, ocultismo, escenas de brutalidad, amén de programas de estupidización de las masas, de la mano del fútbol mercantil, que manipula a una gran porción de nuestro maximísero como errante imaginario colectivo.
La actual sociedad robotizada, hedonista y consumista - con todo lo que ello comporta: ideología del bienestar, carrera del lucro, primacía del tener sobre el ser, crisis de la familia, soledad, anonimato, es decir, la aparición del es la que genera violencia.
Violencia es también cuando la sociedad exalta como valores supremos de la vida el placer y el dinero, cuando aplaude el exitismo y la riqueza fácil, sean cual fueren los medios y métodos con que se han logrado; cuando desprecia al hombre honesto como a un ser débil e inútil, mientras exalta al fuerte, al , estilos tan arraigados en nuestra fauna regional y nacional.
No ha de olvidarse que la moderna sociedad crea un gran número de personas frustradas, descontentas, irritadas, infelices y náufragos solitarios.
En este clima sodomítico-gorromino, basta la mínima chispa para que explote la agresividad larvada en los ánimos de automovilistas, transeúntes y cualquier tipo de individuo. ¡Todos estamos con los nervios a flor de piel! Las calles y el tráfico caótico se han convertido en un peligroso polvorín.
La solución de este hombre enfermo y atormentado sólo puede venir mediante la aceptación de las reglas eternas e inmutables que a través del espíritu nos enlaza con Aquel que no se puede contener en el universo por su poder y gloria y que es Jesucristo, nuestro Amigo, Mesías y Salvador.
No hay otro camino. Él, el único que merece culto de fidelidad, ya lo había afirmado hace veinte siglos: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Ojalá cambiemos todo y cualquier tipo de violencia por el sosiego y la paz. Podemos, si queremos. Al menos, intentemos.....
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