VALOR ESENCIAL
Nos han enseñado en cursos de Didáctica Universitaria, incorporando el Informe a la Unesco, de la Comisión Internacional sobre educación para el siglo XXI, presidida por Jacques Delors “La Educación encierra un tesoro”, que:
“Para cumplir el conjunto de las
misiones que le son propias, la educación la educación se estructura en torno a
cuatro aprendizajes fundamentales que en el transcurso de la vida serán para
cada persona, los cuatro pilares del conocimiento: a saber:
Se
aprende a conocer, es
decir, adquirir los instrumentos de la comprensión; aprender a hacer, para
poder influir sobre el propio entorno; aprender a vivir juntos, para
participar y cooperar con los demás en todas las actividades humanas. Y por
último, aprender a ser; este elemento sintetiza la práctica de los tres
anteriores.
El que no aprende algo nuevo cada día se
estanca; no puede conservarse joven de espíritu, porque el espíritu joven es
deseo de aprender. Por ello es vital hacer hincapié en el hábito de la lectura,
escritura, expresión oral, enseñanza de valores y de la religión.
El proceso de adquisición del
conocimiento nunca concluye, porque puede nutrirse de todo tipo de
experiencias.
Uno aprende a hacer, consiguiendo el
aprendizaje de un oficio; adquiere una competencia que le permite hacer frente
a situaciones imprevisibles; aprende el trabajo en equipo. Es que, la educación
es un factor de socialización y proceso que fomenta actitudes sociales y
políticas “deseables”.
También, aprendemos a vivir juntos.
¿Cómo aprender a vivir con los demás? Este es el interrogante central de una
educación responsable. Afirma Roger Texier, parece adecuado darle a la
educación dos guías adicionales: en el primer nivel, el descubrimiento gradual
del otro. En el segundo, y durante toda la vida, la participación en proyectos
comunes.
La educación enseña la diversidad de la
especie humana y contribuye a una toma de conciencia de la interdependencia
entre seres humanos. La comprensión cabal del concepto de la amistad, por
ejemplo, es tarea permanente.
Aprender a ser, significa no
dejar de explotar ninguno de nuestros talentos personales: la memoria, el
raciocinio, la imaginación, las aptitudes físicas, el sentido de la estética,
la comunicación con los demás, el amor al prójimo, la fe y confianza en Dios.
En la medida en que se desarrolla el
hombre, se aproxima a la perfección. Pocos son los que alcanzan la cumbre hasta
verla a plena luz, pero todo el valor radica en el esfuerzo y perseverancia que
supone la ascensión a una vida esclarecida.
Por todas esas razones la educación
humana, intelectual, social, profesional es un valor esencial y la mejor
inversión de futuro que puede hacerse. Nadie puede destruir el saber y la
preparación de un pueblo.
Hoy se vive un faraónico desarrollo
técnico-científico que requiere con urgencia, una educación básica y
profesional que responda a las cambiantes demanda. Es que tantas disciplinas
(médicas, económicas, ambientales, psicológicas, entre otras) tienen que ser
re-aprendidas y estimuladas, precisamente, bajo dirección de la tecno-ciencia.
Finalmente, dice Texier, todo lo que
invirtamos en educación nunca será dinero perdido. Sepan los estados y también
las familias que el dinero invertido en formar a sus hijos no es dinero
perdido, sino muy bien colocado a un alto interés asegurado de futuro.
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