¡CON DOSIS POSITIVA!
El fenómeno de nuestra época, sin
ninguna duda es la Mundialización, principalmente de las comunicaciones por la
rápida transmisión de sonidos, imagen y datos en todo el mundo. Casi todos los
habitantes de la tierra vemos en la pantalla las mismas imágenes.
Mundialización de los transportes: la
aviación ha facilitado los viajes intercontinentales; se puede en poco tiempo y
relativamente con poco dinero, viajar a otros continentes, ver y aprender lo
que en ellos se hace, invertir en ellos o irse a vivir allá.
Mundialización de la tecnología: antes
de los años 60, la mayoría de las industrias tenían sus espacios geográficos,
determinados por la localización de los recursos naturales. Ahora, el capital y
mano de obra permiten industrias sin lugar predeterminado en cualquier sitio,
el que les convenga más.
A través de Internet tenemos acceso a
bibliotecas públicas de una riqueza sin igual. Millones de páginas de textos de
grandes escritores, historiadores, poetas y filósofos ya han entrado en
internet. Ya no hay que moverse para ir a buscar una obra. Universidades y
Estados implementan esas bibliotecas virtuales con libre acceso
Resumiendo, los Estados ya no tiene
herméticas fronteras y el sistema planetario es un sistema integrado, en el que
se estrechan cada vez más lazos de interdependencia. Ya en 1967, el papa Pablo VI, en su Encíclica
Populorum Progressio, declaraba que “la cuestión social se ha vuelto mundial”
Estamos en un proceso general de
mundialización. Acuñada, a finales de los años 60 por el profesor canadiense
Marshall Mc. Luan, la imagen de la aldea mundial se impuso durante el decenio
de 1980, con la globalización de los mercados y circuitos financieros.
La globalización se ha convertido en un
concepto de moda con infinidad de matices cambiantes según el contexto en que
se emplea. Globalización significa unificación. Nunca como ahora había
disfrutado la humanidad de un progreso material tan grande.
Los conocimientos científicos crecientes
han dado lugar a un insospechado desarrollo tecnológico capaz de multiplicar
los bienes y servicios en una dimensión inimaginable hace tan solo una pocas
décadas.
La computadora ejerce una influencia
cultural particularmente profunda, por ser un medio de expresión personal. El
televisor se ha convertido en un electrodoméstico indispensable: familia y
televisión constituyen un binomio tan inseparable como determinante del futuro
cultural, moral y religioso de la comunidad humana.
El hombre ha conquistado la velocidad y
ha vencido las distancias. En el año 6.000 antes de Cristo, el medio más rápido
de transporte a larga distancia era la caravana de camellos, que alcanzaba una
media de 12 km por hora.
Fueron necesario 4.400 años para que con
la invención del automóvil, la velocidad del transporte se elevara a 30 k/hora.
Hasta 1.880, casi 3.500 años después, la velocidad de una locomotora de vapor
no superó los 150 km por hora.
Solo, 60 años después, la aviación
superó la de los mil km. Bastaron 20 años más para que los aviones-cohetes
alcanzaran los 6000 km. El progreso técnico ha reducido al mundo al tamaño de
una aldea.
El fenómeno de internet se está
convirtiendo en un elemento esencial de nuestro tiempo, dispuesto a cambiar
nuestra manera de pensar y vivir. La presencia creciente de la Red en los
negocios, en la cultura, en la enseñanza, en el tiempo libre, hacen de este
fenómeno de masas, protagonista indiscutible de la vida diaria.
Para los entusiastas, internet
constituye la vanguardia de una nueva era mediática, que se caracteriza por la
comunicación instantánea, planetaria y a bajo costo, luego, estalla la
hiperinformación. ¡Bendita sea la tecnología al servicio y desarrollo del
hombre!
Paradójicamente, existen países donde los
poderes que tienen a su cargo la ciudad se extenúan al tratar de responder a las
necesidades más elementales de sus administrados: un techo, un grifo, una
alcantarilla, el alumbrado público, una calzada transitable….
(Cfr. Antropología y Filosofía de
la Educación, del Hno Roger Texier)
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