POLÍTICA y SOCIAL
Los entendidos dicen que esquizofrenia es algo así como una separación de la personalidad humana, es decir, como si el yo se rompiera y por consiguiente, la conducta se perturba, se altera en relación con el mundo que nos rodea.
Hoy, como siempre, y sobre todo en
puertas de batallas por el poder, escuchamos a políticos candidatos a algún
zoquete - de este o aquel partido - que la patria necesita de hombres que
brinden sabrosa democracia…mientras más nos hunden en la desgracia.
Pero, ¿puede hablarse de
patria donde no hay patriotas? Basta mirar en rededor para caer en la triste
realidad que la patria está enferma y dolorida, en casi todos los aspectos de
la vida nacional…aunque -ndaje- los números macroeconómicos ascienden al cielo.
No se trata de una opinión enfermiza con “síndrome del cuervo” (que ve solo
carroña en el bello jardín), sino de un caos, al parecer, inmodificablemente
establecido… en nuestro cotidiano des-vivir.
Duele nuestra ingente chatura cívica, calles mugrientas, grosero atropello
a las normas básicas de convivencia humana (mbarete-pokare), impunidad…
cualquiera delinque como, donde y cuando quiere y nada pasa, porque se sabe
impune… y ni hablemos de la violencia y robos de todos los calibres y colores
que se pueda imaginar…
Naturalmente, las autoridades tienen cuotas de responsabilidad en este caos
establecido: por comisión de los mismos delitos señalados o por omisión
ponciopilatiana (comodidad o cobardía).
Ilustro lo dicho con un ejemplo: ¿qué autoridad, policial, administrativa,
judicial, militar, eclesiástica, educacional… para mi vehículo en la calle y me
educa haciéndome caer en la cuenta de que estoy molestando a todo el mundo con
ruidos-sonido a alto volumen?
La polución sonora es un delito, pero ¿quién se inmuta? Y si este ínfimo acto a favor del bien común no lo hacemos…¿de qué patriotismo se habla? El ñande ko upeichante voi es cobardía arropada de tolerancia, luego, es hipocresía.
Así las cosas, es
hora de sacudirnos de nuestra aletargada siesta cívica y moral para iniciar con
un pininita,
algunas de las tan cacareadas palabras: patria, democracia, bien común,
solidaridad…a favor de nuestro fracturado y errante país. Es un deber
patriótico.
Y dice S. Núñez
dice: “A mi juicio, y lo digo con toda parresía, ya no hay lugar para titubeos,
ni para cobardes retrocesos. Como dirían los antiguos romanos, el acuerdo es y
debe ser la magna sponsio civitatis (votos o promesas y garantía), compromiso unánime de toda la ciudadanía esperanzada…
Nuestro deber de patriotismo, entonces, es superar intereses y puntos de vista particulares para alcanzar a todos con anchurosa magnanimidad. Poner en primera plana valores personales o sectoriales, de partidos, de estamentos sociales o de intocables patrimonios sería en esta hora cumbre miopía política y lastimosa mezquindad.
El gran
bienestar moral y material que nos convoca es la sabrosa convivencia fraterna
en el bien común del Paraguay…Y excederse con lenguaje mordaz descalificando al
prójimo y sus intenciones de manera injusta, sería lamentable contrasentido…
Cuando la injusticia en el poder se perpetúa causando daño a valores fundamentales del pobre pueblo, y cuando sus líderes son ciegos que conducen a otros ciegos, no queda otro recurso sino la más valiente y ácida denuncia. (cfr. S. Núñez Sociedad y Política p. 50)
Dios ha dotado al hombre de inteligencia, voluntad y libertad, atributos que
pueden hacer que vivamos la tan ansiada como sabrosa convivencia, a pesar de
nuestras limitaciones y debilidades. Ikatupa ningo anguiru. Aquí se
puede aplicar aquello de: ¡Querer es
poder!.
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