martes, 22 de agosto de 2017

AMO O VÍCTIMA DE SU…

¡¡¡MAJESTAD  TECNOLOGÍA!!!

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Al iniciar el comentario me apresuro a aclarar que no anido sentimiento negativo hacia este portento sin igual llamado, “redes sociales, carretera digital, información en tiempo real”, etc. etc. Solo describo lo que a mi juicio es un hecho, increíblemente, real.

En nuestra experiencia cotidiana constatamos que la revolución digital ha ganado el país, la ciudad, el hogar y las mentes del terrícola, independiente de su nivel social, económico o académico.

No es necesario ser estudioso para advertir el tremendo impacto que provoca en el homo sapiens, los aparatos celulares – o al tonto veloz, como graciosamente lo ha denominado un colega…porque velozmente atonta, agregó…

Conectividad, es un término casi sagrado que “reina” soberanamente aquí y allá. “Se denomina conectividad a la capacidad de establecer una conexión: una comunicación, un vínculo. El concepto suele aludir a la disponibilidad que tiene de un dispositivo para ser conectado a otro o a una red”.

Un joven sacerdote, amigo decía: conectividad es sencillamente, pérdida de pudor. Dice Rebeca Reynaud: Si desnudarse fuera lo normal, la vergüenza sería antinatural, pero la vergüenza es un instinto de preservación de la intimidad, no un prejuicio adquirido. A propósito, ¿no se “desnudan en todo sentido” la gente en las redes sociales?

Hubo tiempo en que la sociedad tenía límites. Hoy la moda impone la falta de pudor. La alegre novedad moderna es que nadie se avergüenza de desnudarse, exhibirse, venderse.
Quien comete la osadía de guarda pudor y no se expone en la vidriera de la carretera digital, es objeto de crítica o calumnias.

Guillermo Oliveto nos cuenta que: El primer domingo de agosto de 2010, la revista de La Nación publicó una nota de tapa memorable. Se veía la cabeza de una persona gritando de manera desencajada. Podía imaginársela al borde de la locura o en un estallido de ira.

El título de la nota se resumía en una sola palabra: "Infoxicados". Y aclaraba luego su significado: "Vivimos permanentemente conectados. Inmersos en un mar de datos y con poco tiempo para procesarlos. Estamos intoxicados de información".

Marshall McLuhan, filósofo canadiense, a quien se atribuye acuñar la conocida frese  aldea global, dijo: "Cuanta más información haya que evaluar, menos se sabrá. La especialización no puede existir a la velocidad de la luz".

En una de sus más recientes investigaciones, en su libro "la Búsqueda de Identidad en el siglo XXI, dice la Dra Greenfield, especialista en neurociencia, que el medio ambiente está mudando los cerebros de una manera negativa, especialmente entre los jóvenes... 

Gente que pasa muchas horas al día en frente de computadoras y televisores, está pasando por un proceso sin precedentes en el cual el cerebro está consumiendo cantidades excesivas de un producto químico natural llamado "dopamina".

Otros científicos concuerdan en que cantidades altas de dopamina pueden producir cambios importantes en el "cableado" y funciones del cerebro, suprimiendo cierto tipo de pensamiento sofisticado. 
Oyendo a estos científicos comprendemos el hecho de ver tanta gente – no tan solo a jóvenes - como idiotizada, alienada, atontada frente a su pantalla, en casa, en el templo, esperando en el consultorio, en la calle. La gente ya no lee un libro.

La generación de gente más vieja, que la Dra Greenfield describe como "la gente del libro", ha desarrollado los poderes de la imaginación, empatía, contexto y significado, y, ella teme, estas capacidades se hallan bastante reducidas en "la gente de la pantalla".

"La velocidad y la multiplicidad de mensajes en la pantalla han reducido nuestra capacidad de mantener la atención y de retener lo que vemos, leemos y oímos; nos han vuelto más sensibles a las apelaciones sensoriales y menos hábiles a la hora de abstraer.

Corremos el riesgo de transformarnos en aspiradoras de irrelevancia." Y concluía con una sentencia digna de atención: "Podemos volvernos sabios aparentes".

Bien entendida, la tecnología no es ni buena ni mala. Es apenas una herramienta. Muy potente, muy útil y muy seductora. Pero no por eso deja de ser una herramienta. Un medio, y no un fin.

Para poner su potencial a nuestro favor, necesitamos retirarnos con cierta regularidad. Preservar y oxigenar nuestra mente. Desintoxicar nuestra sensibilidad. En el tiempo que viene, deberemos aprender a desconectarnos de tanto en tanto con lo virtual, para poder conectarnos con lo real, dice Guillermo Oliveto

El principal objetivo de las redes sociales en Internet es solidario. Su misión es ayudar a sus usuarios a encontrar lo que buscan. Generalmente el servicio que brindan suele ser gratuito o tener un precio mínimo. No se trata, entonces de satanizarlo.

Si queremos circular por este mundo con algún grado de sociabilidad razonable, tendremos que aprender a "con-vivir" en una relación sana -por definición "no tóxica"- con la tecnología. No nos queda otra opción.

¡Bendita sea la ciencia que está al servicio del hombre,… no la que estupidiza! Depende de cada uno.


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