miércoles, 16 de agosto de 2017

¿POR QUÉ ...

  MURMURAMOS...

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¿Por qué casi todos los terrícolas nos ocupamos de los otros de modo mentiroso y cruel? ¿Por qué se murmura acerca de alguien y se la condena?. Sé yo, vos y cualquiera que murmurar es un hábito repugnante. ¿Por qué tenemos ese interés dañino en los demás? ´´

Un colega afirmó que quien murmura es una persona intranquila y no muy bien definida. Es decir, no tiene muy claro por qué se mete en la vida del otro, de saber lo que hace o dice. La persona que murmura - no siempre- conoce el motivo de fea costumbre.

El hecho de ignorar su vicio no lo libra de culpas. Puede señalarse varios motivos: Envidia, celos, baja autoestima, egoísmo…pero, se puede afirmar que quien desarrolla el vicio de murmurar, es un débil mental que busca acusar, herir o condenar.

Cada uno puede sacar su propia conclusión, luego de cada murmuración, si queremos. Ello supone tomar conciencia del mal que hacemos y de querer no cortarla. ¿Cómo nos atrevemos a murmurar contra alguien que apenas conocemos?

Quien juzga a un hermano se equivoca y terminará por ser juzgado del mismo modo. Dios es “el único juez” y quien es juzgado podrá contar siempre con la defensa de Jesús, su primer defensor, y con la del Espíritu Santo, quien juzga a los demás es un hipócrita, se pone en el lugar de Dios, afirmo el papa Francisco.

¿Entonces, por qué buscamos dañar a otro ser humano igual que nosotros? ¿Qué ganamos con ello? ¿Qué diríamos si estamos en el lugar de quien murmuramos, juzgamos y condenamos? ¿Cómo nos sentiríamos?

Veamos lo que nos enseña el registro bíblico: Números 12:1-16: El relato nos lleva a conocer los celos de María y de Aarón y el castigo de María. El incidente se debió a un problema familiar: Celos de María y Aarón, hermanos de Moisés. ¿Qué pasó? María y Aarón murmuraron contra Moisés.

María y Aarón murmuraban contra Moisés por que había tomado como esposa a una mujer no judía. Y este hecho les motivo para cuestionar la autoridad de Moisés. Decían: ¿Solamente por Moisés ha hablado el Señor? ¿No ha hablado también por nosotros?.

Con términos modernos podríamos imaginarnos escuchar a María, la hermana mayor de Moisés decir: ¿Y quién se cree Moisés que es? “Él era sólo un bebé en la cesta y yo le cuidaba. Si yo no le hubiera protegido, ¿dónde estaría él ahora?" Y Aarón, el sumo sacerdote, el hermano mayor, aprobó su actitud. ¡Y Dios oyó esta maldad!

El versículo 3 dice: "Moisés era un hombre muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra". Sabemos que ante Dios, la mansedumbre no es una debilidad. La mansedumbre consiste en obediencia a Dios y en una sumisión a Su voluntad

"Luego dijo el Señor a Moisés, a Aarón y a María: Salgan ustedes tres del Campamento». Y salieron ellos tres. Vemos que este es, estrictamente, un asunto de familia. "Entonces el Señor bajó en la columna de la nube y se puso a la puerta del Tabernáculo. Llamó a Aarón y a María, y se acercaron ambos.
  
Y el Señor les dijo: Oigan ahora mis palabras. Cuando haya entre ustedes un profeta del Señor, me apareceré a él en visión, en sueños le hablaré. No así con mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa. Cara a cara hablaré con él, claramente y no con enigmas, y verá la apariencia del Señor.

¿Por qué, pues, no tuvieron temor de hablar contra mi siervo Moisés?. Entonces la ira del Señor se encendió contra ellos; luego se fue."

Dios dice, que es Él quien escoge a los profetas, y que Moisés es mayor que los demás. Que él es más fiel que todos Sus servidores. Y Dios tratará con él de una manera diferente, a la que se relacionó con cualquier otro profeta, trató con Moisés cara a cara.

"Tan pronto la nube se apartó del Tabernáculo, María se llenó de lepra, y tenía la piel blanca como la nieve. Cuando Aarón miró a María y vio que estaba leprosa". María contrajo la lepra, enfermedad que le vino como severo castigo.

El castigo fue causado por celos de los dos, pero María había tomado la iniciativa, porque "ella habló". Aarón era solo un seguidor débil y manejable, como había demostrado en con el grave error cometido en relación con el becerro de oro. (Éxodo 32,1-6)

Dios castigó la murmuración y los celos en el seno de la familia de Moisés. ¿No pasa lo mismo hoy en nuestra familia, iglesia, vecindad o grupo de trabajo?  Amigos, la vida está difícil, llena de tropiezos  y caemos una y otra vez, pero si sacamos esa bondad que todos tenemos en nuestros corazones, seremos mejores personas.

Ya no juzguemos a nadie y roguemos a Dios que nos escuche y nos ayudará. Este pobre pecador lo tiene comprobado. ¡Una gota de su preciosa sangre es suficiente para lavar todos los crímenes del mundo!.

Qué bueno sería tomar conciencia de nuestra débil mente y lengua y elevar esta oración: “Señor, tú me examinas y conoces…y eres testigo de todos mis pasos. Aún no está en mi lengua la palabra cuando ya tú Señor, la conoces entera. Me aprietas por atrás y por delante y colocas tus manos sobre mí” (Salmo 139 1-5)  

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