MURMURAMOS...
¿Por qué casi todos los terrícolas nos ocupamos de los otros de modo mentiroso y cruel? ¿Por qué se murmura acerca de alguien y se la condena?. Sé yo, vos y cualquiera que murmurar es un hábito repugnante. ¿Por qué tenemos ese interés dañino en los demás? ´´
Un colega afirmó que quien murmura es una persona intranquila y no muy bien
definida. Es decir, no tiene muy claro por qué se mete en la vida del otro, de
saber lo que hace o dice. La persona que murmura - no siempre- conoce el motivo
de fea costumbre.
El hecho de ignorar su vicio no lo libra de culpas. Puede señalarse varios
motivos: Envidia, celos, baja autoestima, egoísmo…pero, se puede afirmar que
quien desarrolla el vicio de murmurar, es un débil mental que busca acusar,
herir o condenar.
Cada uno puede sacar su propia conclusión, luego de cada murmuración, si
queremos. Ello supone tomar conciencia del mal que hacemos y de querer no
cortarla. ¿Cómo nos atrevemos a murmurar contra alguien que apenas conocemos?
Quien juzga a un hermano se equivoca y
terminará por ser juzgado del mismo modo. Dios es “el único juez” y quien es
juzgado podrá contar siempre con la defensa de Jesús, su primer defensor, y con
la del Espíritu Santo, quien juzga a los demás es un hipócrita, se pone
en el lugar de Dios, afirmo el papa Francisco.
¿Entonces, por qué buscamos dañar a otro
ser humano igual que nosotros? ¿Qué ganamos con ello? ¿Qué diríamos si estamos
en el lugar de quien murmuramos, juzgamos y condenamos? ¿Cómo nos sentiríamos?
Veamos lo que nos enseña el registro
bíblico: Números 12:1-16: El relato nos lleva a conocer los celos de María y de
Aarón y el castigo de María. El incidente se debió a un problema familiar: Celos
de María y Aarón, hermanos de Moisés. ¿Qué pasó? María y Aarón murmuraron
contra Moisés.
María y Aarón murmuraban contra Moisés por
que había tomado como esposa a una mujer no judía. Y este hecho les motivo para
cuestionar la autoridad de Moisés. Decían: ¿Solamente por Moisés ha hablado el
Señor? ¿No ha hablado también por nosotros?.
Con términos modernos podríamos
imaginarnos escuchar a María, la hermana mayor de Moisés decir: ¿Y quién se
cree Moisés que es? “Él era sólo un bebé en la cesta y yo le cuidaba. Si yo no
le hubiera protegido, ¿dónde estaría él ahora?" Y Aarón, el sumo
sacerdote, el hermano mayor, aprobó su actitud. ¡Y Dios oyó esta maldad!
El versículo 3 dice: "Moisés era un
hombre muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra".
Sabemos que ante Dios, la mansedumbre no es una debilidad. La mansedumbre
consiste en obediencia a Dios y en una sumisión a Su voluntad
"Luego dijo el Señor a Moisés, a
Aarón y a María: Salgan ustedes tres del Campamento». Y salieron ellos tres. Vemos
que este es, estrictamente, un asunto de familia. "Entonces el Señor bajó
en la columna de la nube y se puso a la puerta del Tabernáculo. Llamó a Aarón y
a María, y se acercaron ambos.
Y el Señor les dijo: Oigan ahora mis
palabras. Cuando haya entre ustedes un profeta del Señor, me apareceré a él en
visión, en sueños le hablaré. No así con mi siervo Moisés, que es fiel en toda
mi casa. Cara a cara hablaré con él, claramente y no con enigmas, y verá la apariencia
del Señor.
¿Por qué, pues, no tuvieron temor de
hablar contra mi siervo Moisés?. Entonces la ira del Señor se encendió contra
ellos; luego se fue."
Dios dice, que es Él quien escoge a los
profetas, y que Moisés es mayor que los demás. Que él es más fiel que todos Sus
servidores. Y Dios tratará con él de una manera diferente, a la que se
relacionó con cualquier otro profeta, trató con Moisés cara a cara.
"Tan pronto la nube se apartó del
Tabernáculo, María se llenó de lepra, y tenía la piel blanca como la nieve.
Cuando Aarón miró a María y vio que estaba leprosa". María contrajo la
lepra, enfermedad que le vino como severo castigo.
El castigo fue causado por celos de los
dos, pero María había tomado la iniciativa, porque "ella habló". Aarón
era solo un seguidor débil y manejable, como había demostrado en con el grave error
cometido en relación con el becerro de oro. (Éxodo 32,1-6)
Dios castigó la murmuración y los celos
en el seno de la familia de Moisés. ¿No pasa lo mismo hoy en nuestra familia,
iglesia, vecindad o grupo de trabajo? Amigos,
la vida está difícil, llena de tropiezos y caemos una y otra vez, pero si sacamos esa
bondad que todos tenemos en nuestros corazones, seremos mejores personas.
Ya no juzguemos a nadie y roguemos a
Dios que nos escuche y nos ayudará. Este pobre pecador lo tiene comprobado. ¡Una
gota de su preciosa sangre es suficiente para lavar todos los crímenes del
mundo!.
Qué bueno sería tomar conciencia de
nuestra débil mente y lengua y elevar esta oración: “Señor, tú me examinas y
conoces…y eres testigo de todos mis pasos. Aún no está en mi lengua la palabra
cuando ya tú Señor, la conoces entera. Me aprietas por atrás y por delante y colocas tus manos sobre mí” (Salmo 139 1-5)
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