martes, 15 de agosto de 2017

¡¡¡ENVIADOS POR CRISTO!!…

¡SALGAN A BUSCAR CORAZONES!

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“En esta bella lección se encuentra encerrada la vocación y la tarea del catequista”. En efecto, la catequesis, en primer lugar, no es un “trabajo” o una tarea externa a la persona del catequista, sino que se “es” catequista y toda la vida gira en torno a esta misión.

“Ser” catequista es una vocación de servicio en la Iglesia, de donde se desprende que “lo que se ha recibido como don de parte del Señor debe a su vez transmitirse”. Mensaje del Papa Francisco el 07.01.14 y 12/07/2017 a los catequistas.

Por eso, es necesario “hacerse cargo de todo el potencial de piedad y amor para que se transmitan no sólo los contenidos de la fe, sino también, se cree una verdadera escuela de formación en la que se cultive el don de la fe que se ha recibido, a fin de que los actos y las palabras reflejen la gracia de ser discípulos de Jesús”.

Además, el catequista camina desde y con Cristo, no una persona que parte de sus propias ideas y gustos, sino que se deja mirar por él, y que hace arder el corazón. De hecho, Jesús cuanto más toma el centro de nuestra vida, tanto más nos hace salir de nosotros mismos, nos descentra y nos hace ser próximos a los demás.

Y ese dinamismo del amor es como el movimiento del corazón: Como decir que “se concentra para encontrarse con el Señor e inmediatamente se abre, saliendo de sí por amor, para dar testimonio de Jesús y hablar de Jesús, predicar a Jesús”.

Los catequistas que quiere el Papa Francisco Un alma para el mundo.
1. Catequistas modelos de Fe: Todos, al hacer memoria de nuestro propio proceso personal de crecimiento en la fe, descubrimos rostros de catequistas sencillos que, con su testimonio de vida y entrega generosa, no ayudaron a enamorarnos de Cristo.

2. Catequistas que viven el encuentro personal con el Señor: Toda vocación, mucho más la del catequista, presupone una pregunta: ¿Maestro, dónde vives? Ven y verás...hablar, orar con Él. La catequesis necesita de catequistas santos, que contagien con su sola presencia, que ayuden con el testimonio de su vida.
  
3. Catequistas que busquen el encuentro personal y vivo en la Eucaristía: Todos experimentamos el gozo, de ésta presencia cercana y cotidiana del Señor Resucitado hasta el fin de la historia. Misterio central de nuestra fe. En la visita y la adoración al Santísimo experimentamos la cercanía del Buen Pastor.

4. Catequistas que combatan la miopía espiritual: Estamos en tiempos de miopía espiritual que hace que se quiera imponer como normal una cultura de lo "bajo", contra la trascendencia y la esperanza. Hoy más que nunca, surge el deseo: "Queremos ver a Jesús". Muchos rostros que, con un silencio más decidor que mil palabras, nos lo piden.  

5. Catequistas adoradores: Porque adorar es postrarse, reconocer desde la humildad la grandeza infinita de Dios. Sólo la verdadera humildad puede reconocer la verdadera grandeza. Una de las grandes perversiones de nuestro tiempo es que se nos propone adorar lo humano, dejando a un lado lo divino. Ídolos que causan muerte no merecen adoración, sólo el Dios de la vida merece "adoración y gloria". Adorar es decir AMEN.
 
6. Catequistas conscientes de ser vasijas de barro: Reconocer en tu fragilidad el tesoro escondido, que confunde a los soberbios y derriba a los poderosos. Abraza tu fragilidad, reconoce tu barro, así darás culto, sólo al verdadero Dios.

7. Catequistas audaces y fervorosos. Implica navegar mar adentro: Audacia que nos lleva a anunciar a Jesucristo con toda nuestra vida. En este navegar espiritual, existe la tentación de traicionar la llamada a marchar como pueblo, renunciando al mandato de peregrinación como pueblo, para correr alocadamente la maratón del éxito.

Caminar como pueblo siempre es más lento, no faltando el cansancio y el desconcierto, pero confiados en renovar el fervor de la audacia apostólica, seguimos en comunión y unión al sacerdote y los pastores.

8. Catequistas, hombres y mujeres que anuncian cómo es el Señor: Ser catequista no es enseñar catequesis, sino es, desde tu pecado, dejarte mirar por Jesús que te salva, y llevar esa alegría de la salvación a todos los demás. No vaciando el contenido de la catequesis, reduciéndola a simples ideas.

9. Catequistas de este tiempo: Y por ser catequistas de este tiempo marcado por la crisis y los cambios, no hemos de avergonzarnos de proponer certezas... No todo está en cambio, no todo es inestable, no todo es fruto de la cultura o el consenso.

Hay algo que se nos ha dado como don que supera todo lo que podamos imaginar y pensar. El catequista ha de vivir lo que nos dice S. Juan: "Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él". Y decir con san Pablo: "Sé de quién me he fiado".

10. Catequistas que salgan a LA PERIFERIA: Animados a pensar la pastoral de la periferia, desde aquellos que están más alejados, de los que habitualmente no concurren a la parroquia. Ellos también están invitados a la Boda del Cordero.

Dios los ha llamado a ser sus catequistas para que sean parte y protagonistas de la asamblea, no para manejar, ni imponer, gobernar, mandar, o buscar enfrentamiento y lucha, sino para hacer juntos la apasionante experiencia de dar a conocer a Cristo, y dejar que sea Dios quien escriba la historia. ¡Feliz día Catequista

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