¡SALGAN A BUSCAR
CORAZONES!
“En esta bella lección se encuentra encerrada la vocación y la tarea del catequista”. En efecto, la catequesis, en primer lugar, no es un “trabajo” o una tarea externa a la persona del catequista, sino que se “es” catequista y toda la vida gira en torno a esta misión.
“Ser” catequista es una
vocación de servicio en la Iglesia, de donde se desprende que “lo que se ha
recibido como don de parte del Señor debe a su vez transmitirse”. Mensaje del
Papa Francisco el 07.01.14 y 12/07/2017 a los
catequistas.
Por eso, es necesario “hacerse cargo de
todo el potencial de piedad y amor para que se transmitan no sólo los contenidos
de la fe, sino también, se cree una verdadera escuela de formación en la que se
cultive el don de la fe que se ha recibido, a fin de que los actos y las
palabras reflejen la gracia de ser discípulos de Jesús”.
Además, el catequista camina desde y con
Cristo, no una persona que parte de sus propias ideas y gustos, sino que se deja
mirar por él, y que hace arder el corazón. De hecho, Jesús cuanto más toma el
centro de nuestra vida, tanto más nos hace salir de nosotros mismos, nos
descentra y nos hace ser próximos a los demás.
Y ese dinamismo del amor es como el
movimiento del corazón: Como decir que “se concentra para encontrarse con el
Señor e inmediatamente se abre, saliendo de sí por amor, para dar testimonio de
Jesús y hablar de Jesús, predicar a Jesús”.
Los
catequistas que quiere el Papa Francisco Un alma para el mundo.
1. Catequistas modelos de Fe: Todos,
al hacer memoria de nuestro propio proceso personal de crecimiento en la fe,
descubrimos rostros de catequistas sencillos que, con su testimonio de vida y
entrega generosa, no ayudaron a enamorarnos de Cristo.
2. Catequistas que
viven el encuentro personal con el Señor: Toda vocación, mucho más la del
catequista, presupone una pregunta: ¿Maestro, dónde vives? Ven y verás...hablar,
orar con Él. La catequesis necesita de catequistas santos, que contagien con su
sola presencia, que ayuden con el testimonio de su vida.
3. Catequistas que busquen el encuentro personal y
vivo en la Eucaristía: Todos experimentamos el gozo, de ésta
presencia cercana y cotidiana del Señor Resucitado hasta el fin de la historia.
Misterio central de nuestra fe. En la visita y la adoración al Santísimo
experimentamos la cercanía del Buen Pastor.
4. Catequistas que combatan la miopía espiritual: Estamos en tiempos de miopía
espiritual que hace que se quiera imponer como normal una cultura de lo
"bajo", contra la trascendencia y la esperanza. Hoy más que nunca,
surge el deseo: "Queremos ver a Jesús". Muchos rostros que, con un
silencio más decidor que mil palabras, nos lo piden.
5. Catequistas adoradores: Porque
adorar es postrarse, reconocer desde la humildad la grandeza infinita de Dios.
Sólo la verdadera humildad puede reconocer la verdadera grandeza. Una de las
grandes perversiones de nuestro tiempo es que se nos propone adorar lo humano,
dejando a un lado lo divino. Ídolos que causan muerte no merecen adoración,
sólo el Dios de la vida merece "adoración y gloria". Adorar es decir
AMEN.
6. Catequistas conscientes de ser vasijas de barro: Reconocer
en tu fragilidad el tesoro escondido, que confunde a los soberbios y derriba a
los poderosos. Abraza tu fragilidad, reconoce tu barro, así darás culto, sólo
al verdadero Dios.
7. Catequistas
audaces y fervorosos.
Implica navegar mar adentro: Audacia que nos
lleva a anunciar a Jesucristo con toda nuestra vida. En este navegar espiritual,
existe la tentación de traicionar la llamada a marchar como pueblo, renunciando
al mandato de peregrinación como pueblo, para correr alocadamente la maratón
del éxito.
Caminar como pueblo siempre es más
lento, no faltando el cansancio y el desconcierto, pero confiados en renovar el
fervor de la audacia apostólica, seguimos en comunión y unión al sacerdote y
los pastores.
8. Catequistas, hombres y mujeres que anuncian cómo es el Señor: Ser catequista no es enseñar catequesis, sino es, desde tu pecado, dejarte mirar por Jesús que te salva, y llevar esa alegría de la salvación a todos los demás. No vaciando el contenido de la catequesis, reduciéndola a simples ideas.
9. Catequistas de este tiempo: Y por ser catequistas de este tiempo
marcado por la crisis y los cambios, no hemos de avergonzarnos de proponer
certezas... No todo está en cambio, no todo es inestable, no todo es fruto de
la cultura o el consenso.
Hay algo que se nos ha dado como don que
supera todo lo que podamos imaginar y pensar. El catequista ha de vivir lo que
nos dice S. Juan: "Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos
creído en él". Y decir con san Pablo: "Sé de quién me he fiado".
10. Catequistas que
salgan a LA PERIFERIA: Animados a
pensar la pastoral de la periferia, desde aquellos que están más alejados, de
los que habitualmente no concurren a la parroquia. Ellos también están
invitados a la Boda del Cordero.
Dios los ha llamado a ser sus
catequistas para que sean parte y protagonistas de la asamblea, no para
manejar, ni imponer, gobernar, mandar, o buscar enfrentamiento y lucha, sino
para hacer juntos la apasionante experiencia de dar a conocer a Cristo, y dejar
que sea Dios quien escriba la historia. ¡Feliz
día Catequista!
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