CRISIS
DE PERSONAS
¿Qué es valor? Aunque tenemos una idea de su significado no siempre resulta fácil definirlo. Para mi puede significar una cosa y para otros, algo distinto. Por ejemplo, ¿Quién no sabe qué es la felicidad? ¿Quién posee muchos bienes materiales es feliz? Entonces, no todo es fácil definirlo correctamente, aunque así lo parezca.
Unos dirán: valor es lo que vale. Pero,
¿qué es lo que vale y para quién? ¿Un celular de alta gama o la tranquilidad de
espíritu? ¿Una fiesta principesca o un recorrido por Tierra Santa?
En casa, un vaso de agua es algo común.
No le damos importancia al valor que tiene el agua. Pero, si ese mismo vaso de
agua estuviera en el desierto… estoy sediento y deshidratado… ¿no ofrecería
todo lo que tengo (dinero, joyas… por un vaso de agua?
En economía, “valor” es un concepto
fácil de entender, porque está estrechamente ligado al “precio”. El diccionario
dice: valores: son principios que nos
permiten orientar nuestro comportamiento en función de
realizarnos como personas.
Son creencias fundamentales que nos
ayudan a preferir, apreciar y elegir unas cosas en lugar de otras, o un
comportamiento en lugar de otro. También son fuente de satisfacción y plenitud.
Nuestra sociedad es cambiante, todos los
días aparecen cosas nuevas. Existen prácticas generalizadas que ponen en duda
normas, morales, de convivencia, de urbanidad y de ética, entre otras. La
inversión de los valores humanos nos golpea a todos.
Qué decir de la constante y agresiva
propaganda hacia el consumo que impulsa a muchas familias a “vivir por encima
de sus posibilidades”, es decir, sobre la base de una deuda voraz, que hace del
hombre un consumidor consumido por el consumo que lo consume.
Esa visión antropológica distorsionada
había sido perfectamente retratada y criticada por E. Fromm, hace décadas, al
referirse al individualismo posesivo: 2El hombre puede ser un esclavo sin
cadenas, no se ha hecho más que trasladar las cadenas del exterior al interior
del hombre.
Y estas cadenas son mucho más fuertes
que las exteriores, porque éstas al menos el hombre las ve. Pero no advierte que
las cadenas interiores las arrastra, creyendo ser libre. Puede tratar de romper
las cadenas exteriores, pero cómo se librará de unas cadenas cuya existencia
desconoce”.
Dice el psicopedagogo Pedro José Gómez
Serrano: Desde una óptica se afirma que la ética hoy predominante es una ética indolora y narcisista, que coloca
en el centro de todo el logro del bienestar del hombre sin pretender imponerle
exigencias morales.
Según
señalaba Gilles Lipovetsky hace varios años: Cuando se pregunta a los
jóvenes franceses de entre trece y diecisiete años acerca de lo que les han
enseñado sus padres, la mayoría hablaba de esforzarse en los estudios para
tener una buena profesión.
Sin embargo, el respeto de los
principios morales sólo se cita casi nada. Dicho de otro modo, la idea misma de
educación moral ha perdido gran parte de su valor, de su legitimidad profunda.
¿Qué queda de ella hoy? Ya no tenemos fe en el imperativo de vivir para el
otro, en el ideal moral tradicional del prójimo.
Por eso, valor es aquello que una
persona considera importante y deseable, que aporta a su vida personal y
colectiva algo que las hace más dignas de ser vividas, más plenas, más
consistentes, más dichosas. Nuestros valores nos definen más que ninguna otra
cosa y constituyen el “tesoro en el que ponemos el corazón” (Lc 12, 34).
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