lunes, 17 de junio de 2024

AMA DE CASA... ¡Una joya inestimable!

 
Dijo aquel compadre: “A la mamá le debemos todo, la vida para empezar. La esposa es la mamá de nuestros hijos y la que comparte nuestras vidas. Hace todo por todos, cada día y cada instante. Por eso nos debemos el uno al otro, hasta que la muerte nos separe”. 

Hace 3.000 años, Lemuel definió con términos elogiosos a la esposa capaz. Proverbios 31 elogió sus méritos: “Estaba siempre muy ocupada. Cuidaba de su familia, al mercado, iba, confeccionaba ropa para su casa y trabajaba en el campo”. 

El trabajo de la mujer no para. “Sus hijos la bendicen; su marido la alaba. Una esposa es un tesoro. Su valor supera en mucho a los rubíes” (Prov. 31:10-28). 

Ella es esposa, madre, enfermera, maestra y en muchos casos, es sostén de la familia. Hay mujeres que hacen grandes sacrificios solo para que sus hijos reciban suficiente alimento. Así las cosas, ¿no merecen que se las valore y elogie? 

Y nada digamos de las mujeres que, como sostén de la familia, tienen que trabajar fuera de casa, por ser la única fuente de ingresos. 

El libro “La mujer y la crisis económica del mundo”, en un informe, cita estas palabras: “Las labores domésticas no son el único trabajo que desempeña la mujer. En el mundo, hay relativamente pocas mujeres que puedan decir que “solo son amas de casa”. 

En el texto “El desarrollo del niño”, Helen Bee dice: “La madre se ocupa de su hijo, con cariño, antepone las necesidades de este a las suyas, se entusiasma por lo que él hace, y responde con ternura a sus sentimientos”.  Estos deben agradecer. 

Al nacer la mamá rodea de afecto a sus hijos. Aunque las madres sean pobres, la leche materna es un valioso regalo. San Pablo, comparó el cariño que sentía por los cristianos de Tesalónica, al de “una madre que cría que acaricia a sus propios hijos” (1 Tes 2:7, 8) 

Raras veces realizan un trabajo fascinante. Aunque las telenovelas presenten a ejecutivas en lujosas oficinas, la realidad es muy distinta. La inmensa mayoría de las mujeres del mundo trabajan muchas horas sin descanso y por escasa remuneración económica. 

Millones de mujeres trabajan en el campo, cultivan plantaciones y se ocupan de pequeñas huertas o cuidando ganado. Sus labores -en general- son mal pagadas. No olvidemos que ellas alimentan a la mitad de la población mundial. 

Velan por el bienestar de sus hijos y desempeñan un papel fundamental: enseñan cualidades como el amor y el afecto. Para que el hijo llegue a ser un equilibrado adulto, debe crecer en un ambiente acogedor y estable.  La escuela instruye, dota de conocimientos: historia, aritmética, idiomas, etc. 

En casa es donde se educa la conducta. El aula No cambia el hábito. Luego, el papel del ama de casa es crucial e inestimable. ¡Ta upéicha!

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